Un dato sorprendente resume el desafío: el 95% del ajo que se consume en Paraguay es importado, principalmente desde China; sin embargo, se ha trazado un plan para cambiar esta realidad.
De acuerdo a Diego Garcete, técnico de la producción de ajo del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), desde abril de este año, la cartera puso en marcha un plan piloto de reactivación del cultivo de ajo, con el objetivo de volver a posicionar al país como productor competitivo en el mercado.
El epicentro de esta iniciativa es General Artigas, distrito del departamento de Itapúa, conocido históricamente como “la capital del ajo”. Están a cargo 112 productores familiares que han instalado sus parcelas en una superficie de 2.500 m cada una, con la meta de alcanzar 28 hectáreas de cultivo para esta primera fase.
“Queremos llegar a producir 250.000 kilos, lo que equivale a cubrir la demanda nacional de 12 a 13 días”, explicó Diego Garcete, a cargo del proyecto. “El ajo en Paraguay se consume a razón de 22.500 kilos diarios”, añadió.
Desafíos a sortear
Según el especialista, en la década de 1980, General Artigas llegó a cultivar 200 hectáreas de ajo y exportaba a Brasil y Argentina, generando un interesante movimiento económico.
Sin embargo, factores como la degradación del suelo, condiciones climáticas adversas y la falta de innovación tecnológica fueron apagando esta producción. Hoy, el enfoque es distinto. El plan incorpora nuevas variedades como la brasileña “Ito”, además del tradicional ajo “mineiro” y otras variedades locales.
De acuerdo a la información de Garcete, también se apuesta por la mejora de suelos, sistemas de riego, fertilización técnica y capacitación de productores, incluyendo jornadas con técnicos brasileros especialistas en ajo.
Alta producción y empleo rural
“Queremos llegar a un rendimiento de 9.000 kilos por hectárea, cuando los rendimientos actuales promedian entre 4.500 y 6.000 kilos”, detalló a ABC Rural. “Esto representaría una rentabilidad muy atractiva, ya que el ajo es un cultivo de alto valor comercial y de gran demanda”.
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Otro aspecto relevante es que la producción de ajo genera una gran demanda de mano de obra, lo cual impacta positivamente en el empleo rural. Desde la siembra hasta la cosecha, pasando por el corte y empaquetado, que se realiza de forma manual. “Hablar de ajo es hablar de mucha mano de obra”, remarcó el técnico. “Hasta hoy se realiza el procesamiento con cuchillo, de manera totalmente artesanal”.