Cambios estructurales son imperativos para impulsar desarrollo pospandemia

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Este es un tiempo de ver la realidad sin ambages. Nuestro país y nuestra gente nos exigen que seamos claros, planteando lo necesario para volver a la senda de desarrollo y bienestar que hemos transitado durante casi dos décadas, y que la pandemia vino a interrumpir.

Nuestra misión en la conducción del Ejecutivo hoy consiste en enfrentar la crisis en todas sus etapas; a la vez, prepararnos para sus repercusiones futuras y cuanto antes generar las condiciones para afrontar transformaciones de fondo. Debemos recuperarnos y superarnos, aprovechar la crisis para cambiar lo que hace tiempo decimos que hay que hacer y hemos postergado –revisar las estructuras del Estado y optimizarlas, volverlas más efectivas y transparentes, sin excepción– para servir a la ciudadanía.

Entender el contexto que enmarca el plan de recuperación Ñapu'ã Paraguay y el fortalecimiento institucional que estamos proponiendo es fundamental para que entre todos podamos evaluar y acordar soluciones a nuestros desafíos estructurales. Ahora es imperativo lograr un consenso, si queremos que el despegue sea exitoso y responda a las expectativas y necesidades de la colectividad.

Yo concibo nuestro trabajo como una gran misión integrada por representantes de Gobierno y ciudadanía. En nuestro actuar debemos inspirar la confianza requerida entre los participantes en las diversas instancias del Estado, sociedad civil y empresariado. Cada uno de nosotros debe tener claro su objetivo y resultado esperado, sabiendo que el avance depende de que otros también consigan avanzar y que se tenga un ambiente general de colaboración y respeto a los procesos y decisiones ya acordadas. Implica reconocer y dar continuidad a lo que funciona; y mejorar o modificar todo lo que se requiere con base en los nuevos escenarios y las demandas ciudadanas.

Estos dos últimos años nos enfrentamos a causas de fuerza mayor en varias dimensiones. Nos afectaron severamente la sequía y la recesión económica regional en 2019. Las políticas contra cíclicas desplegadas el año pasado empezaron a dar fruto a inicios del 2020: tuvimos ocho meses seguidos de crecimiento económico, evidenciando un repunte importante en febrero con una variación positiva de 7,1% del IMAEP.

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Inmediatamente después, se vino el mundo abajo con la pandemia y sus efectos devastadores nos exigen un nuevo ordenamiento con numerosas restricciones. El coronavirus nos obligó a tomar medidas sanitarias extremas. Optamos por priorizar las vidas de las personas y con el apoyo de todos los ciudadanos conseguimos cuidarnos. Sin embargo, estas medidas sanitarias fueron empañadas por procesos de compras señaladas como irregulares por los órganos de control, y repudiadas por la ciudadanía. Los procesos de investigación están en marcha, y es imperativo llegar al esclarecimiento total de los hechos y el castigo a los responsables.

Por otro lado, el covid-19 nos convoca a dar respuestas económicas para proteger a poblaciones vulnerables y dinamizar el empleo. Debemos evitar el corte de la cadena de pagos, para lo cual empleamos herramientas e instrumentos que tenemos a mano para que la economía no pare y el sector privado se reactive. Los indicadores señalan una luz al final del túnel, insuficiente aún, pero una luz al fin.

La fortaleza fiscal y monetaria construida por Paraguay en las últimas décadas fue clave para el diseño de las políticas públicas necesarias para enfrentar la pandemia. Es muy positivo tener un fisco responsable y una macroeconomía bien manejada que genera previsibilidad y confianza. El Banco Central cumple con su rol de preservar la estabilidad monetaria y promueve la solvencia del sistema financiero; prueba de ello es que el Guaraní es nuestra moneda vigente ¡hace más de 75 años!

Esto nos ha permitido mantener la calificación crediticia logrando financiar la economía a tasas similares a los países con calificación de grado de inversión. Nuestro país es atractivo para el inversor y el emprendedor, aunque requiere de mayor institucionalidad para consolidarnos como opción preferente de inversión en diversos sectores en que somos competitivos, algunos en los que ya existen empresas funcionando y otros rubros que se vuelven atractivos con la nueva economía post pandemia.

Fundamos nuestra esperanza de un mejor futuro en nuestra apreciación honesta de lo que debemos hacer: enfrentar deudas históricas que hoy es imperativo resolver. No se ha resuelto la situación de la tierra en el Paraguay, la desigualdad y la pobreza han disminuido aunque no a niveles aceptables. No podemos dejar de mencionar el contrabando, la evasión impositiva, una gobernanza débil, la corrupción y la impunidad como factores negativos y limitantes a la hora de diseñar las medidas de emergencia y recuperación.

No existen atajos. Solo mediante el fortalecimiento institucional, la transparencia y la implementación de reformas estructurales, podremos llegar a servicios públicos de calidad que sean sostenibles en el tiempo.

Según estudios de organismos internacionales, la mala calidad del gasto público equivale al 3,9% del PIB, la informalidad supera el 70% de la población y la seguridad social tan solo beneficia al 22% de la población económicamente activa. En consecuencia, estamos presentando propuestas para tener un sistema de compras públicas que sea menos vulnerable al tráfico de influencias y la corrupción; proponemos nuevas reglas de juego para lograr la vigencia de la meritocracia en el servicio civil; y vamos a instaurar un sistema de protección social más equitativo.

Desde el Ministerio de Hacienda, hemos impulsado una modernización tributaria que hoy nos permite contar con mayores recursos y un sistema tributario más equitativo y eficiente. Sin embargo, aunque logremos una mayor recaudación y se reduzca la informalidad, la debilidad de gestión del sector público establece barreras para la ejecución efectiva de políticas, programas y proyectos. Es por ello que planteamos la reforma del servicio civil de manera complementaria a una reestructuración del Poder Ejecutivo, reorganizando a las instituciones estatales para optimizar el uso de recursos públicos, con una gestión basada en resultados.

En cuanto al sector financiero, debemos generar incentivos para aumentar la bancarización y establecer mecanismos para que el financiamiento se destine al fomento de las actividades productivas creadoras de valor. Hoy más de 200.000 paraguayos obtienen financiamiento en el mercado informal a tasas usurarias mediante entidades que no están reguladas. En cuanto al mercado formal, el Banco Nacional de Fomento está enfrentando una transición para ser un actor principal en el financiamiento del desarrollo.

Según el Índice de Capital Humano del Banco Mundial, los niños de Paraguay serán, al momento de su inserción laboral, solamente 53 % de lo productivos que podrían ser si tuviesen educación y salud plenas. Es por ello que el Ejecutivo ha impulsado la reforma del sistema de salud pública mediante la generación de redes integradas de servicios. Asimismo, con el proyecto de Transformación Educativa se está elaborando una hoja de ruta para lograr un cambio sistémico enfocado en mejorar los aprendizajes de manera inclusiva. Es nuestro compromiso que niños y jóvenes desarrollen habilidades del Siglo XXI y cuenten con oportunidades para vivir plenamente.

Los desafíos que tenemos enfrente son enormes, un presupuesto de guerra y volver a la senda de la responsabilidad va a requerir gran responsabilidad de quienes, de alguna manera, tenemos ingresos asegurados, los que estamos en el sector público.

En conclusión aprovechemos lo que funciona bien en el Paraguay –las políticas macroeconómicas– para apalancar y posicionar a nuestro país. Reconozcamos también que financiar y hacerse cargo de la crisis requiere idear soluciones integrales, en un contexto en el que todos sentimos la urgencia de la acción.

En estas vísperas del despegue económico que pretendemos, no debemos perder de vista lo principal para tener el mejor resultado, centrando nuestros esfuerzos en las reformas estructurales que solamente podrán ser implementadas si existe un trabajo colaborativo y participativo entre todos, sin exclusiones. De nosotros depende superar las barreras y lograr la victoria.

*Ministro de Hacienda. Abogado, con masterado en derecho por la Universidad de Georgetown.

bmlopezb@hacienda.gov.py