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Nacho, como lo llaman cariñosamente sus familiares y amigos, decidió entonces tratar de hacer algo para ayudar, por más pequeño que fuese.
Usando las redes sociales comenzó a pedir la ayuda de voluntarios para poder entregar algunos platos de comida y llevar así algo de apoyo a quienes estaban literalmente viviendo en esos hospitales.
El resultado fue demoledor ya que logró canalizar las donaciones y ayudas de miles de personas, y conformó una red de más de mil voluntarios que lograron entregar más de 300.000 platos de comida en seis meses.
“Estoy más que feliz de contarles que después de casi 6 meses y más de 300.000 platos de comida entregados a más de 20 hospitales y más de 1.000 personas involucradas, esta semana entregamos los últimos platos de comida debido a la poca cantidad de familias en los hospitales” anunciaba este joven de 19 años, que había ofrecido su tiempo y energía para ayudar a los que lo necesitaban.
La peste, como decía Albert Camus en su novela del mismo título, había logrado sacar lo mejor de nosotros en medio de la crisis.
Cumplió 18 años en octubre y en ese momento en el que alcanzaba la edad legal para conducir, recordó que durante los tres años anteriores llegó a manejar a más de 240 kilómetros por hora.
“Y llegó el día. Después de manejar a más de 240 km/h por 3 años seguidos, cumplo con la edad legal para manejar” escribía Joshua en su cuenta en el microblog de Twitter.
El joven piloto paraguayo, quien vive en Alemania, es sin dudas el representante nacional más destacado en el competitivo mundo del automovilismo, en el que se inició a los 10 años.
Joshua es el primer paraguayo en competir en una final del campeonato mundial de karting, y el primero en ganar una carrera oficial de monoplazas.
En Alemania forma parte de un equipo de Fórmula 4 con el que corrió varias veces este año en campeonatos de la categoría.
El siguiente paso es pilotar de forma permanente en la Fórmula 3, categoría en la que ya debutó como invitado en una sorprendente jornada en la que incluso subió al podio, para poder proyectar desde allí su gran sueño: llegar a la Fórmula 1, la categoría de élite del automovilismo mundial, para representar a todos los paraguayos.
“Paraguay” exclamó el animador Steve Harvey, y su anuncio se festejó en el país como un gol de la selección en una Copa del Mundo.
Allí, congregados frente al televisor, asistíamos al momento en el que nuestra representante se metía a la última fase de ese gran concurso global, que también sirve como una privilegiada ventana para mostrarnos al mundo.
A la expectativa que se acrecentó al ver que quedaba mano a mano para la definición, no se puede negar que le sucedió una sensación agridulce, por no haber podido obtener el título máximo pero también por haber visto toda la capacidad de desenvoltura de alguien que nos representó con calidad, llegando a un lugar inédito en este tipo de competencias, y aprovechando esa exposición global para destacar además un elemento común de nuestra identidad.
Con 22 años y un mundo de oportunidades por delante, Nadia demostró que con dedicación, preparación y objetivos bien definidos, es posible proyectar una imagen de calidad para representar a todo un país como su mejor embajadora.
Son tres casos que nítidamente se destacan en este año que va terminando, y que ejemplifican que con un correcto acompañamiento, los jóvenes de nuestro país son capaces de ofrecer lo mejor de ellos con solidaridad, entrega, tenacidad, calidad, profesionalismo y preparación.
Tres muestras que nos recuerdan que con políticas y apoyos correctamente orientados, es posible encontrar muchos más Nachos, Joshuas y Nadias que exhiban lo mejor de ellos, recordándonos también lo mejor de nosotros.
Feliz Navidad.