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OCHO años después, es maravilloso poder desenmascarar un gesto farsante, hipócrita y mentiroso. No importa que lo descubramos tanto tiempo después, lo bueno es confirmar que quien pudo mentir en la muerte de un ser humano, seguramente no tiene empacho en hacerlo tampoco con la vida.
El 16 de octubre del 2014 acribillaron a balazos a nuestro amigo y colega Pablo Medina por las denuncias que él venía haciendo sobre narcotráfico en el departamento que USTED representa. El entonces intendente de Ypejhú, su correligionario y amigo Vilmar “Neneco” Acosta ya lo había querellado para acallarlo. Pero Pablo no se calló. Así que su amigo de arpa, guitarra y cantos, decidió silenciarlo para siempre.
Al día siguiente del asesinato, el 17 de octubre del 2014, estábamos un grupo de compañeros en el velorio de Pablo, en la modesta casita de Capiibary cuando usted llegó disfrazada para la ocasión. Ataviada de blanco, con la cara compungida y llorosa, fingió estar devastada. Iba vestida de duelo y de desolación. Fue a pararse al lado del cajón de nuestro amigo que dormía el sueño eterno acompañado de su indumentaria de bombero, puso cara de compungida mientras el blanco de su camisa se confundía con el negro horror de la desolada familia de Pablo. La foto congeló su fariseísmo para la eternidad mientras abrazaba a los familiares.
El miércoles pasado, OCHO AÑOS después de aquella magistral actuación usted mostró la verdadera hilacha. Usted habló del narcoperiodismo e insinuó que por pobre, nuestro compañero se había involucrado con el narcotráfico. Usted cometió un delito, amparada en sus fueros: DENIGRÓ LA MEMORIA DE UN MUERTO que ya no puede defenderse ni querellarla para reinvidicar su honor.
Muestre y demuestre que usted ALGUNA vez haya denunciado algo de narcotráfico en su zona como hacía nuestro compañero que ponía nombres y rostros a la narcopolítica. Muestre y demuestre que usted no llamó a un FISCAL GENERAL DEL ESTADO a interceder por el asesino. MIENTRAS USTED CANTABA Y TOCABA EL ARPA CON ESOS DELINCUENTES, PABLO LOS DENUNCIABA.
Pablo Medina murió dos veces. La primera vez murió el 16 de octubre del 2014, cayó acribillado por orden de su correligionario y amigo Vilmar “Neneco” Acosta, juzgado y condenado por el asesinato de nuestro compañero.
Pablo murió por segunda vez el miércoles pasado, cayó traspasado por agravios falsos proferidos por Ud. Y tiene suerte, Pablo ya no puede defenderse contando que murió tan pobre como vivió; si de verdad se hubiera involucrado con los narcos, otro hubiera sido su estilo de vida. A nosotros nos queda ese testimonio… y una foto que a usted la perseguirá de por vida cada vez que intente mentir. Su fotografía parada al lado del ataúd de nuestro compañero asesinado, la define en toda su inmensidad y sin dudas: es el abrazo letal de Judas.