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Es su técnica recurrente desde que Horacio Cartes decidió dedicarse al poder y repiten el esquema seguramente porque le dicen que les ha dado buenos resultados, aunque eso es discutible después de los fracasos que tuvieron en diciembre de 2017 y del papelón que hicieron los encuestadores en las elecciones generales de 2018.
Por lo visto le siguen haciendo suponer al grupo Cartes que esta operación con las encuestas sí les resultó, pues le hacen pensar que, en 2018 por ejemplo, movió algunos miles de votos decisivos a favor de Mario Abdo Benítez en detrimento de Efraín Alegre.
Como todo instrumento estadístico, las encuestas pueden hacerse a medida sin tener que dibujar los datos: Teniendo los datos electorales por distrito de los últimos procesos electorales, un “buen” encuestador puede elegir su universo en los lugares en que tiene mejores probabilidades de obtener las respuestas que le ordenan sus financistas.
Lo demás es pan comido: Sesudos “periodistas”, formalísimos “analistas”, se encargan de arropar la fabricación con visos de seriedad, pretendiendo que amilana a los indecisos y desmotiva a los indiferentes.
Si tuvieran algún sentido de decencia, encuestadores, “periodistas” y “analistas” como los que cobran por este servicio deberían vivir escondidos después de los fiascos groseros que produjeron, pero en el grupo Cartes los reflotan periódicamente, por la creencia señalada más arriba.
Le hacen pagar a Horacio este servicio de dudosa eficacia seguramente porque le chorrea dinero, porque si tuviera que ser cuidadoso con los recursos se lo pensaría mejor: ¿Puede alguien mínimamente serio creer que haya personas tan rudimentarias como para decidir su voto o su participación por los resultados de una encuesta?
Debe ser una muy rentable sociedad la que forman los asesores de Cartes, que le dicen lo que hay que pagar, y sus encuestadores, sus “periodistas” y sus “analistas”.
Es verdad que la “élite” piensa desde siempre que los paraguayos somos un “pueblo de cretinos” (Cecilio Báez), un “país de pura gente idiota” (Gaspar Rodríguez de Francia), pero a mí se me hace que ella, la “élite”, merece esos calificativos mucho más, pues todas las veces se repite en algo que no sirve.
Las elecciones nunca se ganaron con encuestas, ni aquí, ni en ninguna parte del mundo democrático. No hay un solo caso que puedar exponer en ese sentido. Las elecciones las gana quien logra convencer al mayor número de que es la persona más indicada para el cargo y para el momento.