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El Jabón de Alepo, fue, junto con nuestra guarania, parte de la lista de casi 60 nuevos legados culturales que ya pertenecen a toda la humanidad. De acuerdo a la explicación oficial, la elaboración del jabón ghar de Alepo, en la República Árabe Siria, se basa en conocimientos y técnicas tradicionales que combinan el aceite de oliva natural (metraf) y el aceite de laurel (ghar) producidos localmente.
Actualmente Siria se encuentra frente a las consecuencias del fin de más de 50 años de gobierno de la familia Asad, así como las secuelas de una guerra civil de 13 años, el aumento de llegadas de refugiados por la reciente guerra entre Israel y Hezbolá en Líbano. El Jabón de Alepo corre en paralelo a este contexto y todavía logra sobrevivir mediante un diálogo intergeneracional y posicionarse como uno de los productos más apreciados a nivel mundial por su proceso de elaboración y por las propiedades que se le atribuye.
De acuerdo al relato presentado ante la Unesco, en otoño, las familias recogen las bayas silvestres de laurel y las hierven hasta que se parten. Cuando el aceite sube a la superficie, se desnata. La producción de jabón comienza en invierno. Se combinan y cuecen lejía natural, metraf y ghar. La mezcla se vierte en el suelo de las jabonerías tradicionales y se deja enfriar. Luego, los artesanos se calzan grandes zapatos de madera para cortar la gigantesca losa en cubos, utilizando el peso de su cuerpo y un rastrillo. Cada cubo se estampa a mano con el nombre de la familia, como expresión del legado y la identidad familiares. El proceso de secado dura entre seis y nueve meses.
La elaboración del Jabón de Alepo, es algo que va más allá de una actividad económica familiar. Es un símbolo, como los casi 60 nuevos patrimonios de la humanidad, de que pese a que la cultura es uno de los últimos asuntos de atención de los gobiernos y sistemas, encuentran la forma de sobrevivir y mantener la identidad que nos hace únicos frente al mundo diverso unido por la tradición.