Cargando...
La jauría politiquera paraguaya emergida del estronismo — y consolidada en la transición— es una corporación vandálica. Llega al poder con la aspiración básica de saquear. En el poder, hay que politiquear para mantenerse y seguir “armándose”. Una cuestión fundamental es repartir cargos en entes públicos hasta llenarlos de parásitos que carcomen las finanzas: nacionales y locales.
En lo específico, la Municipalidad de Asunción tiene una administración calamitosa: deudas siderales, faltantes sin justificar, una recaudación insuficiente y nulos recursos para invertir en obras. La calidad de vida de una ciudad se refleja en la calidad de sus espacios públicos, y los espacios asuncenos son hoy tristes muñones de buenos recuerdos.
En medio de esto comienzan a aparecer candidatos que quieren ocupar el cargo de intendente municipal en el 2026. Prácticamente todos políticos. Es decir, gente que probablemente seguirá haciendo lo mismo que se viene haciendo desde hace más de 30 años.
A medida que se iba despoblando Asunción (debido a la inseguridad, los altos impuestos, la suciedad) cada intendente —casi todos políticos electos por la “voluntad popular”— iba poblando la Municipalidad de partidarios, operadores y planilleros. Se conformó una nómina monstruosa. La cantidad de funcionarios de la Municipalidad de Asunción es un dato prolijamente desprolijo. Un secreto de guerra oculto mediante “la codificación de las planillas y burlando la Ley de Acceso a la Información Pública” (ABC, 19/5/23).
Apelando a un software especial, ABC pudo “descifrar” algunos datos del funcionariado municipal, con la colaboración de informáticos de la organización periodística internacional Connectas. Así, nuestro diario llegó a saber que en febrero del 2023 había 7.946 funcionarios, para 477.346 habitantes (censo 2022). Es muy difícil cubrir tantas necesidades salariales y al mismo tiempo pensar en las necesidades estructurales de la ciudad.
Asunción no necesita ya de politiqueros. Basta de latrocinio. Asunción necesita de estadistas, urbanistas, técnicos. Visionarios que reinventen una ciudad amigable, atractiva, una ciudad concebida para la gente.
Asunción necesita un pacto maduro para que su casco histórico tenga el mismo desarrollo que otras zonas y vuelva a atraer y a albergar a la ciudanía. En esto deben estar involucrados el gobierno central, organizaciones civiles, partidos políticos revitalizados, políticos conscientes de lo que es realmente ser político.
Hoy que tanto se habla de inversiones extranjeras qué pensará un inversor serio si sale a pasear por Palma, Estrella, Oliva, entre paredes descascaradas, edificios abandonados y lúgubres, entre adictos tendidos en la vereda.
La capital es un espejo de país. Y el Paraguay necesita cambiar la imagen que lo refleja. Asunción ya no puede seguir siendo un botín político en manos de una pandilla de desfachatados.
nerifarina@gmail.com