Caso Pecci: ¿justicia o herramienta de poder político?

Casi tres años después del asesinato de Marcelo Pecci, su caso sigue envuelto en un torbellino de controversias políticas que oscurecen su memoria y plantean una inquietante pregunta: ¿se busca realmente justicia o se manipula su muerte como herramienta de poder?

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La reciente muerte de Francisco Luis Correa, testigo clave en el caso Pecci, acopla un oscuro capítulo a esta historia. Asesinado en circunstancias no esclarecidas dentro de la prisión La Picota en Bogotá, no solo deja un vacío en la investigación, sino que también despierta sospechas de encubrimiento.

¿Fue silenciado para proteger a alguien? ¿Qué verdades pudo haber revelado? Tras este estremecedor hecho, la familia de Pecci alzó su voz y exigió respuestas claras a Colombia, mientras que el eco de su indignación resuena en un Paraguay más desilusionado.

El caso Pecci también convirtió Paraguay en un terreno fértil para confrontaciones políticas. Hace pocos días, la senadora Lilian Samaniego propuso convocar una sesión reservada de la Comisión Permanente para que el fiscal general Emiliano Rolón, y otras autoridades hablen sobre el avance de las investigaciones. Sin embargo, esta iniciativa fue bloqueada por el líder de la bancada de Honor Colorado (HC), Natalicio Chase, quien argumentó que dicha convocatoria era ilegal.

La postura de Honor Colorado no solo encendió tensiones políticas, sino que también alimentó la percepción de que se está evadiendo esclarecer el hecho.

Samaniego mencionó que el artículo 219 de la Constitución Nacional otorga a la Comisión Permanente la facultad de convocar y organizar sesiones extraordinarias, de conformidad con lo establecido en la Constitución, velando por la observancia de la Carta Magna. Independientemente a ese argumento, ¿por qué el rechazo tan apasionado de hablar del caso Pecci? ¿Qué intereses están detrás de esta negativa? Estas preguntas se tornan más necesarias en un contexto donde la transparencia parece ser la única herramienta para despejar las sombras que oscurecen el caso en Paraguay. Y lo que parece más claro es que quieren ocultar algo.

El asesinato de Marcelo Pecci no puede ni debe convertirse en un juego político. Su legado merece justicia, no maniobras que diluyan su lucha en medio de disputas partidarias. La búsqueda de la verdad sobre su muerte debe ser un compromiso nacional, no un pretexto para consolidar agendas de poder. Marcelo Pecci merece ser recordado como lo que fue: un defensor incansable de la justicia. Y esa justicia no puede ni debe ser negociada.

jose.peralta@abc.com.py

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