Progreso para pocos

El cultivo de arroz ha generado en Ñeembucú un intenso debate por sus impactos económicos, sociales y ambientales. Por un lado, los grandes productores argumentan que este cultivo impulsa el desarrollo económico, genera empleos y contribuye al crecimiento agroindustrial. La inversión en tecnología y riego ha permitido mantener la producción en sequía, garantizando la continuidad del negocio.

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Sin embargo, surgen cuestionamientos sobre los efectos negativos de esta actividad. Uno de los principales problemas es el impacto ambiental, especialmente sobre los humedales y cuerpos de agua, fundamentales para el equilibrio ecológico y el sustento de comunidades locales, incluidos los pescadores. La utilización intensiva de recursos hídricos y los agroquímicos representa una amenaza para la biodiversidad y el acceso al agua de las poblaciones cercanas.

Para los ambientalistas, los grandes productores de arroz no muestran ni el más mínimo respeto por el medio ambiente, destruyendo la biodiversidad. Según la denuncia, la transformación de amplias zonas naturales en áreas de cultivo afectan a los ecosistemas locales y pone en riesgo especies nativas.

A esto se suma la crítica social y política hacia el apoyo del presidente Santiago Peña, quien ha mostrado un respaldo firme hacia los grandes productores arroceros, proporcionando facilidades e incentivos económicos como aumentar los impuestos y gravar la exportaciones... “Voy a morir al lado de ustedes”, dijo el mandatario recientemente en el lanzamiento de cosecha de arroz en Villa Franca.

Esta postura ha generado descontento en los pequeños productores, quienes enfrentan pérdidas importantes debido a la sequía sin recibir el mismo nivel de apoyo estatal. La falta de políticas inclusivas que beneficien a los pequeños agricultores no solo profundiza las desigualdades económicas, sino que también pone en riesgo la seguridad alimentaria y la sostenibilidad del medio ambiente.

Los pobladores de Ñeembucú cuestionan que las autoridades sigan apoyando a empresarios brasileños, quienes son los principales productores de arroz. Este malestar se intensifica al recordar que, durante la Guerra de la Triple Alianza, los soldados paraguayos defendieron la soberanía nacional ante el intento de invasión brasileña.

Hoy, muchos sienten que los políticos están entregando lo que los héroes paraguayos defendieron con sus armas y su sangre. Esta percepción de pérdida de soberanía territorial y económica agrega una dimensión histórica y patriótica al conflicto, intensificando el debate social en Ñeembucú.

Es fundamental abrir un diálogo inclusivo que permita encontrar un equilibrio entre el desarrollo económico y la protección ambiental, así como una distribución más equitativa del apoyo estatal.

edgar.vazquez@abc.com.py

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