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El primer paso fue la decisión de la OTAN, el 12 de marzo de 1999, de iniciar su expansión, violando los compromisos asumidos en la unificación de Alemania de que la jurisdicción militar de la OTAN no se extendería hacia el este. Desde entonces, la OTAN ha seguido expandiéndose y, de hecho, la organización ahora rodea la parte europea de Rusia, desde los mares de Barents y Báltico en el norte hasta el mar Negro en el sur.
Numerosos intentos de transmitir a los países de la OTAN nuestras preocupaciones sobre la situación actual han sido completamente ignorados por ellos durante más de 20 años.
En este sentido, el objetivo clave para Rusia sigue siendo la eliminación de la causa del conflicto, que es la violación de los intereses de seguridad de Rusia por parte de los países del “Occidente colectivo”. Me gustaría llamar la atención de los lectores sobre el hecho de que el 15 de diciembre de 2021, dos meses antes del inicio de la OME, la parte rusa presentó a los Estados Unidos borradores de dos documentos: un acuerdo sobre garantías de seguridad y un acuerdo sobre medidas para garantizar la seguridad de la Federación de Rusia y los países de la OTAN, que argumentó la necesidad de garantías de seguridad para Rusia en el contexto del avance agresivo de la OTAN hacia nuestras fronteras y formuló posibles áreas de acción para asegurar una situación estable en Europa en el área de seguridad. Ambos documentos fueron ignorados por los países de la OTAN.
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El tercer aniversario de la OME llega en un momento de cambios en la situación internacional, que dan esperanza de encontrar parámetros mutuamente aceptables para resolver el conflicto. Tras la llegada al poder de Donald Trump, Rusia y Estados Unidos comenzaron a dejar de lado la política de escalada del conflicto y de estar al borde de una guerra nuclear, que llevaba a cabo la administración de Biden y sus aliados europeos de la OTAN.
El nuevo presidente de Estados Unidos se convirtió en el primer líder occidental en reconocer la causa fundamental del conflicto en Ucrania como su involucramiento en la OTAN, y expresó su disposición a restablecer los contactos con Moscú: el 12 de febrero, tuvo lugar una conversación telefónica entre Donald Trump y el presidente ruso Vladímir Putin, durante la cual los jefes de Estado acordaron iniciar un diálogo, luego, el 18 de febrero, se celebraron negociaciones bilaterales entre el canciller ruso Serguéi Lavrov y el secretario de Estado norteamericano Marco Rubio en Arabia Saudita.
En esta etapa, las partes buscan alcanzar un entendimiento mutuo sobre los enfoques de los problemas internacionales y volver a la interacción diplomática normal, lo cual es un requisito previo para futuras negociaciones para poner fin a las hostilidades.
Dada la continua degradación de las relaciones entre Rusia y Estados Unidos en los últimos años, el proceso de negociación, por definición, no será fácil. Tenemos buenas razones para dudar de la capacidad de Occidente para llegar a acuerdos, ya que no ha cumplido con sus obligaciones hacia Rusia. En términos militares y políticos, esto se manifestó en la destrucción del régimen de control de armamentos, que comenzó en 2002 con la retirada de Estados Unidos del Tratado sobre Misiles Antibalísticos. En relación con la crisis en Ucrania, se puede recordar el sabotaje por parte de los países europeos a los acuerdos de Minsk, que podrían haberla evitado ya en 2015.
Al mismo tiempo, hay una serie de tendencias positivas que podrían encauzar la interacción entre nuestros países hacia una dirección constructiva. En primer lugar, se trata de la “revolución conservadora” que comenzó con la llegada de la administración Trump al poder en Estados Unidos, el país líder del “Occidente colectivo”, que declaró oficialmente su rechazo a la agenda ultraliberal y el retorno a los valores universales tradicionales y a los principios democráticos.
Un ejemplo típico a este respecto es el discurso del vicepresidente estadounidense, James.D. Vance, en la Conferencia de Seguridad de Munich del 14 de febrero de este año, en el que criticó duramente el abandono de la democracia de los miembros europeos de la OTAN. Este cambio de narrativa por parte de la administración Trump coincide en gran medida con la visión rusa de los procesos políticos modernos. También defendemos la inviolabilidad de la libertad de expresión y la propiedad privada, la no injerencia en la vida privada de los ciudadanos, partimos del hecho de que solo hay dos géneros (la disposición correspondiente se introdujo en la Constitución de Rusia en julio de 2020), y que la agenda medioambiental no debe afectar los intereses de las economías nacionales o servir los deseos de las estructuras globalistas.
Llevará mucho tiempo restablecer las relaciones ruso-estadounidenses, que se han ido deteriorando constantemente desde 2012, cuando Estados Unidos aprobó la Ley Magnitsky, que impuso las primeras sanciones contra Rusia. Sin embargo, este proceso ya ha comenzado y ahora están en marcha los preparativos para una reunión entre los presidentes de Rusia y Estados Unidos, en la que se espera que se definan principios comunes en un amplio contexto de problemas internacionales, desde cuestiones de mantenimiento de la estabilidad estratégica y control de armamentos hasta la solución de la situación en Ucrania.
Por el momento es difícil predecir cómo evolucionará la situación, pero está claro que con Trump se ha abierto una cierta “ventana de oportunidad” para resolver la crisis de largo plazo. Esta es una buena noticia para la comunidad internacional, incluido el Paraguay. Se puede esperar que en el curso del desarrollo del diálogo ruso-estadounidense, se corrijan las restricciones más odiosas en la esfera de las finanzas y el comercio global, incluidas las llamadas “sanciones secundarias”, lo que permitirá la normalización de las relaciones bilaterales ruso-paraguayas.
El éxito de las negociaciones no está predeterminado, y todo lo anterior es sólo una guía general para entender la situación que se desarrolla en Europa.
Según las declaraciones de Kiev, Ucrania pretende complicar por todos los medios las negociaciones ruso-estadounidenses y sabotear la conclusión de un acuerdo de paz que tenga en cuenta los intereses rusos. La doble posición de los países de la UE, que de palabra abogan por una solución del conflicto, pero en la realidad siguen una política que sólo contribuye a una mayor escalada, no contribuye a superar con éxito la crisis. Al parecer, sólo una “revolución conservadora” como la de EE.UU. y la llegada al poder de fuerzas basadas en el sentido común pueden cambiar la posición de la mayoría de los países de la UE.
Artículo gentileza. El autor es el actual embajador de Rusia en Paraguay.