Podemos vencer las tentaciones

Con el Miércoles de Ceniza empezamos la Cuaresma, cuya idea central es la preparación para la Pascua de Resurrección.

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Normalmente, entendemos la Cuaresma como tiempo de penitencia, lo que es correcto. Sin embargo, hemos de vivir esta “penitencia” en tres sentidos: como mortificación corporal, como conversión del corazón y como frecuencia al sacramento de la Reconciliación. Todos necesitamos hacer penitencia para fortalecernos, pues pasamos por filosas tentaciones a lo largo de nuestros días. Las tentaciones que Jesucristo experimentó son las mismas del ser humano de todas las épocas, aunque los diferentes tiempos les ponen distintos ropajes. Pero más importante que esto es el modo como Jesús luchó contra ellas, y las venció: él nos da el ejemplo para vencerlas en el siglo XXI. Delante de la tentación del placer, expresada en la palabra “pan”, Él aclara que el hombre no vive solamente del pan para el estómago, pero necesita también del pan del espíritu, que es la Palabra, el Proyecto de Dios. Igualmente, el placer relacionado con la sexualidad debe ser iluminado con el Evangelio, de manera que no resbalemos delante de la infidelidad matrimonial, la fornicación, la pornografía y una degradante promiscuidad sexual.

Cuando el demonio le lanza el anzuelo de tener muchas cosas materiales, desde que doble las rodillas y sirva al mal, a la corrupción y al manoseo de la Justicia, el Maestro afirma categóricamente que debemos adorar solamente a Dios, solamente ante Él hemos de doblar las rodillas y considerar sus enseñanzas como el tesoro más valioso del mundo.

Los bienes materiales son un medio para favorecer la calidad de vida y han de ser compartidos con los otros. Nunca deben ser el objetivo primordial de nuestra existencia. También se dice: “El ataúd no tiene cajón y uno no lleva nada de lo que tiene...”. Además, nosotros probamos la tentación del poder, porque, aparentemente, es dulce ser tenido en cuenta, ser obedecido, ser adulado y dar la última palabra en las decisiones profesionales y familiares. Ante esta provocación de autosuficiencia y de soberbia, Jesús afirma que el verdadero camino es este: “No tentarás al Señor, tu Dios”, en el sentido de querer “robar” el lugar de Dios y hacerse gua’u un dios. Podemos dominar estas tres tentaciones con el ayuno, la oración y la limosna-solidaridad, para que la entereza del Espíritu Santo transforme y mejore nuestra vida desde hoy. Recordemos que el papa pone para nuestra consideración el tema de la Cuaresma de 2025: “Caminemos juntos en la esperanza”, en sintonía con el Año del Jubileo.

Paz y Bien

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