Nada nuevo y distinto, solo más de lo mismo

Si en 2023 algún votante optó por Santiago Peña pensando que su administración sería distinta a anteriores presidentes colorados, a esta altura debe estar decepcionado. Al principio, algunos colorados cartistas pretendieron presentar a Peña como una suerte de modelo de presidente: joven, economista, de familia estable y de buena presencia.

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El “detalle” que no mencionaban es que él era un absoluto principiante, no solamente en su rol de presidente sino que todo apuntaba a que sería como una mosca en la telaraña del sistema colorado.

Quizás las expectativas que tenían algunos debieron haber sucumbido cuando en plena campaña electoral, a pocos días de la elección, dijo aquello de que los cargos en su gobierno no iban a ser para los más preparados sino para los “más” colorados.

“Creen que los cargos que tienen son porque son guapitos, porque tienen la pared llena de títulos, pero los que llegan a los cargos llegan gracias al Partido Colorado y eso es lo que vamos a votar el 30 de abril”, dijo literalmente y sin muchas vueltas el entonces candidato.

Aún pese a esa declaración, algunos quisieron seguir creyendo que, una vez que tuviera la lapicera, Peña asumiría el liderazgo para hacer algo distinto a lo que nos tenían acostumbrados desde hace décadas mandatarios de su mismo signo político.

Pero no fue así. Ni siquiera en lo que hace a la honestidad y la transparencia que uno esperaría de alguien que presumía de priorizar el valor del esfuerzo y del trabajo.

Cuando le llegó efectivamente la ocasión de estar en el poder, hizo lo que tantos hicieron en esa misma posición: aprovechar el momento para “asegurar” cuestiones materiales particulares y concretas (mansiones, negocios, vehículos)

No hace mucho, el mandatario pretendió ironizar sobre la gestión de su antecesor en el cargo, Mario Abdo Benítez, a quien acusó de impulsar muchas obras viales durante su gestión solo con el objetivo de que sus empresas particulares le vendan al Estado asfalto en gran cantidad y obtener pingues ganancias. Puede que eso sea cierto, pero no es distinto a los sugestivos contratos que el Banco Nacional de Fomento viene firmando por montos multimillonarios con el banco en el que Santiago Peña es accionista, desde que asumió el cargo.

Mirando lo que hace el mandatario, que es exactamente igual a lo que hicieron sus predecesores, uno no puede sino recordar con nostalgia cuando leía en los libros de historia sobre la honestidad, austeridad y firmeza moral de presidentes como Eligio Ayala. Posiblemente, sea pedir demasiado.

Por el tiempo que lleva de mandato tal vez Peña esté a tiempo de dar “un golpe de timón”, pero es improbable que lo haga. De sobra ha demostrado que, si tiene alguna voluntad, no tiene las condiciones para hacerlo.

Lo más seguro es que en lo que le queda de mandato, Peña vaya con piloto automático, cuidándose en lo que pueda de cometer alguna barbaridad (o que al menos, si la hace o si ya lo hizo, no se sepa) También debe estar confiado en que a su grupo político, encabezado por su mentor y líder Horacio Cartes le conviene más que termine su mandato para intentar después prolongar su hegemonía y seguir acumulando negocios, dinero y poder... hasta que la ciudadanía diga basta

mcaceres@abc.com.py

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