Salus populi suprema lex o morituri te salutant

A propósito de la muerte de un niño y la indiferencia del gobierno.

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La salud y la seguridad no son nada nuevo. Algo escrito hace casi 2100 años es tan relevante hoy como lo fue entonces. Los romanos lo tenían más claro hace un par de milenios que este gobierno.

“Salus populi suprema lex”. Varias son las lecturas de este principio del Derecho Romano, dicen, acuñado por Cicerón. Se la ha utilizado a lo largo de la historia para resaltar la importancia de la salud pública y el bienestar de la población en general. De hecho se traduce como “La salud del pueblo es la ley suprema”. Es un principio que prioriza la salud y el bienestar de la población como el objetivo principal de la ley y la política pública. Este principio enfatiza que el bienestar y la seguridad de la población deben ser la máxima prioridad en los sistemas de gobierno. De los gobiernos serios, de los buenos gobiernos.

“Morituri te salutant” es, también, una frase latina que significa “los que van a morir te saludan”. Se le atribuye a los delincuentes que iban a ser ejecutados, como si fueran gladiadores.

Traigo a colación ambas frases latinas con lo recientemente acontecido en relación con la deficiente y casi nula priorización de la salud por parte del gobierno. La muerte de un niño lactante, ante la carencia de un sistema de salud pronto a hacer frente; no encontró terapia neonatal. La falta de empatía de la clase política ante la muerte de un niño, de un hijo, al colmo de expresar una legisladora –líder dicen– que la muerte de ese niño fue un error. No sabíamos que la muerte de un ser humano, de un niñito lactante, sea un error. También la respuesta de la ministra de Salud que se limitó a dejar sentado cuán dolorosa es la muerte de un hijo. Del Presidente de la República nada se puede esperar más allá de su falta de empatía, de su desvergonzada actitud ante la muerte de un hijo. Ni una sola palabra.

El Estado es el garante tanto de la efectiva protección del derecho a la salud como de la eficiente prestación del servicio, la que adquiere una preeminencia especial tratándose de menores de edad. Cuando un niño o niña muere porque no es atendido médicamente a tiempo o porque no se le prestó un servicio de salud eficaz, eficiente, universal e integral, se han violado los derechos a la vida y a la salud del menor de edad, así como los derechos de la madre a optar por la maternidad, a conformar una familia, a recibir una protección especial del Estado, a la dignidad humana.

Que nunca les toque enterrar un hijo. No hay nada que nos pueda destruir más que la muerte de un hijo. No hay atajos contra el dolor de enterrar a un hijo. La pérdida de un hijo es uno de los dolores más intensos y devastadores que una persona puede experimentar. Ninguna palabra ni deseo puede ser suficiente cuando un hijo se muere: ¿Por qué los dioses además de tantos otros han de causar a los hombres, seres humanos, este dolor, el más acerbo y cruel de todos, el de la muerte de los hijos? ya así lo escribió Eurípides.

Referente a lo de MORITURI TE SALUTANT al parecer este gobierno se congracia con cada muerte de ciudadanos ante la falta de un sistema de salud eficiente del que es autor. Es que dinero hay para los seguros vip de los legisladores y de esa caterva de inoperantes que fungen de servidores públicos cuando que son meros votos. Estos no carecen de un sistema de salud pronto a satisfacer sus necesidades, la que es solventada por todos los que no poseen ni cuentan con ese legítimo derecho que está consagrado en la Constitución paraguaya, en su Artículo 68 - DEL DERECHO A LA SALUD. Dicha norma, letra muerta para este gobierno, establece la obligación del Estado, del gobierno, de proteger y promover la salud a la que se toma como derecho fundamental de la persona. Nadie será privado de asistencia pública para prevenir o tratar enfermedades, establece la norma. El Estado tiene la responsabilidad de garantizar la salud pública, DE TODOS SUS CIUDADANOS.

Cuando el Estado desatiende la salud pública, como lo viene haciendo este gobierno que se ufana de colocar bonos para endeudarnos hasta la quinta generación sin beneficios, hasta en el césped se está pariendo por falta de pronta asistencia, sin descontar la desgracia de quienes padecen de enfermedades terminales, puede ser considerado responsable de las consecuencias negativas que se derivan de esa falta de atención. Esto se debe a que el Estado tiene la obligación de proteger la salud y el bienestar de sus ciudadanos y no lo hace.

La cotidianidad en el sistema de salud es la falta de acceso a servicios de salud básicos, como la atención médica, el tratamiento de enfermedades, la privación de acceso a medicamentos y tratamientos esenciales afectando de manera desproporcionada a los grupos más vulnerables.

Salus significa “salud”, “seguridad”, “protección” o “bienestar”. El bienestar público es la máxima prioridad”. La conducta del Estado que desatiende la salud de sus habitantes puede considerarse criminal en ciertas circunstancias. Es que la desatención a la salud de los habitantes puede considerarse un delito contra la humanidad, especialmente si se trata de una política deliberada y sistemática que causa daños graves y previsibles a la salud y el bienestar de la población.

El gobierno tiene la responsabilidad de proteger la salud y el bienestar de sus ciudadanos, y su indiferencia es un incumplimiento de esa responsabilidad. La indiferencia del gobierno hacia la salud de la población es inaceptable. Es hora de que el gobierno priorice la salud de la población. La salud es un derecho humano fundamental que está siendo violado por la indiferencia del gobierno.

aamonta@gmail.com

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