No es solo fútbol

Paraguay venció a Chile. En cualquier país con estabilidad, esto sería simplemente una victoria más para su selección futbolística; sin embargo, para nosotros, no. Está victoria es un aliento en un país que hace rato dejó de respirar con tranquilidad.

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La Albirroja nos regaló un partido en el que, por fin, no hablamos de hospitales sin insumos, ni de niños que mueren porque no hay una cama en terapia intensiva. Donde no tuvimos que recordar que nuestras escuelas se caen a pedazos, mientras el programa “Hambre Cero” se convierte en una maquinaria nacional de propaganda. Esta vez, por un rato, no importó que algunos se llenen los bolsillos con contratos direccionados de pupitres chinos, o que Itaipú siga siendo un botín político.

Ese triunfo albirrojo no fue solo un resultado en la tabla camino al Mundial. Fue, como dijo Claudio Rejala, el hincha que se quebró al encontrarse con el técnico Gustavo Alfaro, una rareza: la única felicidad. Claudio no lloró solo por el fútbol. Lloró por todo lo que falta. Por lo que no tiene. Por la injusticia de vivir en un país donde la lucha diaria es más que sobrevivir, y donde la única alegría verdadera viene desde una cancha. En ese abrazo con Alfaro, no solo se fusionaron la emoción y la pasión de hincha, sino el grito silencioso de millones de paraguayos que ya no pueden más.

Y eso nos retrata, delata y nos expone. Porque cuando el gol de Paraguay es lo único que podemos celebrar, es porque algo estamos haciendo muy mal como país. Porque mientras exclamamos un “¡Gol!”, los políticos siguen gritando “¡Negocio!”. Porque mientras nos abrazamos por una victoria, otros siguen repartiéndose cargos, celebran la impunidad y “cocinan” presupuestos como si no existiera el hambre, ni la enfermedad, ni la desesperanza.

La educación se volvió una vitrina electoral; mientras que la salud, una ruina gestionada por planilleros. Y nosotros, cansados de tanta miseria, decidimos aferrarnos a lo único que aún no nos robaron: el orgullo de ver a jugadores albirrojos pelear por algo que nos representa.

No, no es solo fútbol. Es un suspiro colectivo de esperanza. Es la ilusión que no se compra ni se corrompe. Pero ojalá algún día no necesitemos de un gol para sentirnos vivos. Ojalá algún día, además de celebrar una victoria en la cancha, podamos brindar también por una escuela digna, por un hospital con camas que sirvan, por un país donde la alegría no dependa únicamente de un resultado de fútbol.

Porque si lo único que podemos festejar es un gol, entonces no ganamos nada.

jose.peralta@abc.com.py

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