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En el lugar carecen de todos los servicios básicos, como agua potable, energía eléctrica y caminos transitables en todo tiempo. Ni siquiera cuentan con un precario puesto sanitario. Los niños de la zona acuden a las humildes casas de karanda’y, utilizadas como escuelas improvisadas, para recibir instrucción a cargo de un heroico maestro que trabaja en la región.
Basta con que se produzcan las primeras lluvias de la temporada para que las familias queden
aisladas por varios meses, tal como está sucediendo nuevamente. Los pequeños senderos que les sirven de caminos quedan inundados, por lo que el noble caballo se convierte, como siempre, en el único medio para salir del lugar en busca de provisiones. Sin embargo, el panorama se complica en demasía cuando deben evacuar a alguna persona enferma.
Las personas se dedican a la ganadería en pequeña escala, única fuente económica para poder subsistir en medio de tanta pobreza social. Para estas familias, cada día que pasa es igual, pues sus únicas diversiones o atracciones son el canto de las aves y el aullido de sus propios animales.
La población más cercana al lugar se encuentra a unos 150 km, aunque antiguamente la distancia era mucho menor. Sucede que, desde hace algunos años, los caminos que utilizaban para llegar a esta población han sido ocupados por grandes establecimientos ganaderos, cuyos dueños les niegan el paso. Por esta razón, deben buscar otras rutas, lo que implica triplicar la distancia.
Para los políticos, estos humildes compatriotas no cuentan, pues, debido a la escasa población, no representan un caudal electoral apetecible. Por ello, son olvidados y abandonados a su suerte.
Si bien en todo el distrito de Fuerte Olimpo y Bahía Negra no se cuenta con caminos transitables de todo tiempo, debido a la falsa promesa del presidente Santiago Peña, la situación de los pobladores de Karanda’yty es aún más crítica. La forma en que son obligados a transitar por esos precarios senderos demuestra la pésima calidad de vida que llevan y, sobre todo, la condición de “parias” en la que viven, a pesar de estar en su propio país.
