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Se comporta como alguien a quien, cuando lo pillan en una falta, busca los antecedentes de supuestos errores de quien lo critica, evitando responder sobre los cuestionamientos concretos que se le hacen.
La reacción que tuvo recientemente el Gobierno ante las manifestaciones ciudadanas de la semana pasada los pintan de cuerpo entero.
Es evidente que apostaban al fracaso de la convocatoria, pero, como no fue así, buscaron un golpe de efecto, dando cifras de una supuesta gran reducción de los índices de pobreza.
Sin embargo, la misma institución que da las cifras oficiales los dejó en evidencia. El director del Instituto Nacional de Estadística salió a aclarar que la cifra real de personas que salieron de la pobreza no fue de casi 270.000, como dijo Peña en el video propagandístico, sino de 117.940.
Esa sola mentira descalifica al mandatario porque, más allá de la mayor o menor magnitud del logro del cual se jactó, demostró la mala fe de alguien que es capaz de recurrir a un engaño para exaltar su imagen o distraer de cuestiones más graves que vienen sucediendo en el país.
Lo notable para Peña es que sus peores enemigos están a su lado. Quienes están robando, mintiendo y burlándose de la ciudadanía son personas que él nombró en los cargos, son quienes lo acompañan en su gestión y son del sector interno de su partido.
El mismo mandatario ha dicho más de una vez que él no puede fracasar y varios de sus parlamentarios ratificaron que, con la mayoría que ostenta en el Congreso (y, agregamos nosotros, con el copamiento de la mayoría de las instituciones), no tiene excusas para la falta de logros en su gestión.
Las críticas que el presidente del Partido Colorado, Horacio Cartes, hizo públicas hace unos días, diciendo que en el gobierno de Peña hay algunos que no hacen nada, muestran que su gestión no convence ni a su propio mentor. Aunque, habría que ver en qué aspecto Cartes está decepcionado de Peña, ya que podría tener que ver incluso con algún interés personal.
A esta altura, restándole 3 años y 4 meses de mandato, el presidente parece realmente más preocupado por sus cuestiones personales que por la suerte del país.
A la mansión que subrepticiamente se construyó en San Bernardino, invirtiendo buena parte de su tiempo y bastante dinero, se suman los negocios que impulsó desde el Estado con las empresas de la que es socio, como ueno Bank con el IPS y las compras millonarias vinculadas a ITTI.
Es previsible que la falta de resultados de gestión provoque un creciente desgaste y el distanciamiento con Cartes quien, en pocos meses más, irá previsiblemente en busca de otro candidato del Partido Colorado que le de expectativas de seguir en el poder en el próximo periodo.
Seguramente, esa situación a Peña no le afectará tanto porque, como sea que culmine su periodo presidencial, lo hará con mucho más dinero de cuanto empezó, sin tener que preocuparse por nimiedades como la pobreza o la jubilación, tal cual les sucede y seguirá sucediendo a tantas paraguayas y paraguayos, muchos de los cuales lo eligieron pensando que estarían mejor.