Aviones de guerra: el último insulto

En el corazón de un país donde la salud pública se desangra lentamente, la educación agoniza en el abandono y la falta de medicinas transforma los hospitales en lúgubres antesalas de la muerte, el Gobierno, atrapado en una amnesia insólita, impulsa desde el Congreso la compra de aviones de guerra.

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¡Aviones de guerra! Mientras las unidades de terapia intensiva colapsan, los niños buscan cobijo bajo árboles centenarios para aprender y los enfermos claman por medicinas que nunca llegan, el Gobierno quiere destinar millones a una maquinaria de muerte, un espectáculo macabro de acero y explosivos que contradice las necesidades más urgentes de la nación.

La propuesta de adquirir seis Super Tucano por la exorbitante suma de US$ 101.606.009 no solo desafía la lógica, sino que insulta la inteligencia y la dignidad de un pueblo que lucha a diario por su supervivencia. Más indignante aún, estos aviones provienen de Brasil, un país que nos ha espiado desde las sombras y al que hemos suspendido las negociaciones por el anexo C de Itaipú. ¡Un acto de inconcebible hipocresía, una traición flagrante a la confianza nacional!

Los argumentos oficiales hablan de “defensa del espacio aéreo” y “lucha contra el narcoterrorismo”. Falsedades. Excusas endebles diseñadas para justificar un gasto irracional, un festín para los mercaderes de la guerra y una muestra de sometimiento ante un vecino que nos percibe como simples piezas en su tablero de ajedrez.

Mientras tanto, la ministra de Salud, con la frialdad de quien ha normalizado la tragedia, reconoce que el 40%de las camas de terapia intensiva están fuera de servicio. ¡40%! Casi la mitad de las oportunidades de vida de nuestros ciudadanos se desvanece en el aire, víctimas de la desidia y el despilfarro.

¿Dónde está la voluntad política para combatir el narcotráfico con estrategias reales? ¿Dónde está la inversión en educación, en salud, en un futuro digno? ¿Dónde la sensibilidad de un gobierno que prefiere el rugido de aviones sobre el lamento de los enfermos?

El pueblo, ese gigante dormido, exige respuestas. Reclama un Estado que priorice la vida sobre aviones de guerra, la salud sobre la muerte, la educación sobre la ignorancia. ¡Exigimos un gobierno que no nos condene a la indiferencia, que no nos haga cómplices de nuestra propia humillación! ¡Un gobierno que nos devuelva la dignidad arrebatada y nos permita mirar al futuro con esperanza, y no con el miedo de quien espera la próxima estocada!

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