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No pasa semana en la que no sepamos, por las publicaciones, de algún negocio, acuerdo, licitación o compra directa, sea de los entes binacionales o de otras instituciones del Estado, con las que esta administración haya apuntado a beneficiar a las empresas con las que tiene vínculos.
Ante la catarata de evidencias, las autoridades y actores políticos de esta administración optan por la no muy original reacción de evitar responder sobre el fondo de la cuestión y procurar desviar la atención, sembrando dudas sobre quienes hacen las publicaciones y denuncias, sin molestarse en aclarar si son ciertas o no.
Esa reacción es llamativa porque parece como si se sorprendieran de haber sido descubiertos y expuestos, o como si creyesen que tienen alguna cualidad especial que debería hacer que no se les cuestione nada.
Aparentemente, pretenden ser como los reyes de la antigüedad cuyas decisiones y acciones no se podían poner en duda y, mucho menos, criticar.
Por su parte, los medios afines al Gobierno están empeñados en una suerte de cruzada santa para tratar de instalar la idea de que el exembajador norteamericano en un pequeño país y el expresidente de ese mismo país, en este caso el Paraguay, tuvieron el poder de engañar a todo el sistema institucional y político de los Estados Unidos de América haciéndoles creer mentiras sobre un expresidente y empresario, en este caso Horacio Cartes.
Marc Ostfield aparece revestido por esta gente con un poder de persuasión tal que uno se extraña que no haya llegado mucho más lejos en su carrera diplomática o política.
Resulta difícil creer que un embajador de la potencia más importante del mundo se haya animado a pergeñar una conspiración por su cuenta. Suena más realista pensar que dicho representante se limitó, seguramente, a cumplir las órdenes que le daban desde su Cancillería. Pero debe ser que uno no entiende de diplomacia internacional ni de política y hay otros que sí entienden todo y que, además, tienen mucha imaginación.
Uno puede sospechar que la desesperación por inventar cosas para tapar lo que es evidente se debe a que hay muchos negocios de por medio para seguir esquilmando al país y las publicaciones molestan mucho a ese propósito.
A la pregunta inicial de si esta administración es la que más roba o solo es la más evidente, podemos decir que, al menos, es la que mejores condiciones tiene para hacerlo, por contar con mayorías cómodas en el Congreso, tener copado el partido y tener tentáculos poderosos en el Poder Judicial, la Fiscalía General y los organismos extrapoder.
Es difícil saber hasta dónde están dispuestos a ir y hasta dónde se arriesgarán, porque seguramente saben que las condiciones políticas pueden cambiar en algún momento no tan lejano, la ciudadanía despertará y, entonces, les podría llegar la hora en que se vean obligados a rendir cuentas de sus acciones, porque la gente y la justicia (una nueva, no esta) así se lo demanden.