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El romano Poncio se lavó las manos y delegó en el “pueblo” el dictamen del indulto: a Barrabás o a Jesús. Pero ese pueblo ya había sido excitado astutamente por los sacerdotes del Templo, que temían a ciertas ideas revolucionarias de las que Jesús era portador y a la adhesión que había cobrado entre la gente. Los trolls, los bots y los desinformadores ya habían hecho su trabajo para descalificar al nazareno y hacerlo aparecer como un peligro.
Barrabás fue liberado; Jesús fue a la cruz. Creo que hoy la historia sería semejante si ocurriera con jueces de nuestro país. De este curioso Paraguay donde existen procesados por la justicia legislando en el Congreso e inocentes buscando “mecanismos legales” para defenderse de leyes que les persiguen inmoralmente.
Barrabás es una imagen del poder reinante en el Paraguay. Retoza en cada licitación, y cuando se le apunta con el dedo acusador, emerge Poncio Pilatos con la toga del Ejecutivo para defenderlo.
Barrabás maneja borracho su bólido en la ruta y atropella y mata en número múltiple y luego recibe la conmiseración de un Poncio Pilatos judicial de palangana rápida.
Barrabás está en la usura, y aun desde la cárcel continúa operando gracias a varios Pilatos que —con una oportuna lavada de manos— no dejan de apretar a las víctimas del saqueo usurario.
Barrabás dirige empresas privadas mimadas por el poder; de esas que tras ser sancionadas por organismos de control siguen ganando licitaciones, pues gozan de la lavada de Pilatos siempre atento a su llamado.
Barrabás está en las municipalidades, de donde hace desaparecer dinero en favor de su riqueza propia, a sabiendas de que una jauría de Pilatos estará velando por su impunidad en las juntas municipales y en el Congreso, de manera a evitar cualquier riesgo de intervención.
Barrabás está en el Ministerio Público, donde se especializa en ocultar pruebas que puedan comprometer la seguridad de poderosos en cualquier causa que se les siga. A su lado tiene a Poncio Pilatos, vigilando para que nadie le moleste en su afán.
Barrabás vela por los abusadores de niñas. Cuando surge una señal de peligro para ellos en la justicia, convoca a su aliado, Poncio, quien comparece presto con su palangana tan inteligente como el inodoro de Carolina González, nueva rica concejala de Lambaré.
Mientras en nuestro país Poncio Pilatos siga lavándose las manos en favor de Barrabás y los delincuentes, y amenazando a los justos, tendremos que esperar otra futura Pascua que nos libere, nos saque del abismo y nos resucite como república.
nerifarina@gmail.com