“La dictadura perfecta”

La noche del Domingo de Ramos, la triste noticia que no queríamos leer, llegó de Lima. Álvaro Vargas Llosa anunciaba el fallecimiento de su padre, el Nobel de Literatura, el último exponente del Boom, el maestro de las letras, el peruano universal, Mario Vargas Llosa, el sastrecillo valiente.

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Ahora, el escritor legendario nos deja su extensa y maravillosa obra, entre ellas, la novela, como Conversación en La Catedral, La Guerra del fin del mundo, Pantaleón y las Visitadores, Lituma en los Andes, El Paraíso en la otra esquina, El héroe discreto, Travesuras de la niña mala o Tiempos recios, por nombrar algunas.

La noticia de su muerte, a las 89 años, conmocionó el mundo. Escritores, intelectuales, lectores que hay a miles, líderes políticos, recordaron, con pesadumbre al Nobel peruano. Entre las frases de leyenda que se rememoró en estos días, una llamó mi atención. Fue cuando Vargas Llosa dijo que México “es la dictadura perfecta”.

El comentario, expresado en 1990, causó polémica porque lo hizo en un programa de Televisa y porque fue cuestionado por el Nobel mexicano Octavio Paz, quien rechazó, por “imprecisa”, la tesis de Vargas Llosa.

“Yo no creo que se pueda exonerar a México de la tradición de dictaduras latinoamericanas. Creo que el caso de México encaja dentro de esa tradición como un matiz que es más bien el de un agravante. Yo recuerdo haber pensado muchas veces sobre el caso mexicano con esta forma: México es la dictadura perfecta. La dictadura perfecta no es el comunismo, no es la URSS, no es Fidel Castro, es México, porque es la dictadura camuflada de tal modo que puede parecer que no es una dictadura, pero tiene, de hecho, si uno escarba, todas las características de la dictadura: la permanencia, no de un hombre, pero sí de un partido, un partido que es inamovible”, dijo Vargas Llosa.

Con esta frase, aludió a la permanencia del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el poder, que fue por varias décadas en México. Octavio Paz respondió a Vargas Llosa. Dijo que las dictaduras latinoamericanas tenían el común denominador de haber sido militares, situación que no sucedió en México: “En México sí hemos padecido la dominación hegemómica de un partido, esto es una distinción fundamental”.

La calificación a México, como la dictadura perfecta, es como que Vargas Llosa hablase de Paraguay. Concretamente de la Asociación Nacional Republicana (ANR), cómodamente en el poder desde el 13 de enero 1947, salvo breve periodo del exobispo Fernando Lugo (2008-2012).

La ANR fue piedra angular del dictador, el general Alfredo Stroessner. Pese a la caída del tirano en 1989, sigue campante la maquinaria perfecta de ganar elecciones. Ahora, la ANR dio el ropaje a mandatarios democráticos, electos en elecciones libres. Sin embargo, observamos que los gobernantes colorados, y el aparato partidario, son dueños absolutos del Estado. El gobierno colorado día a día da muestras de autoritarismo y persecución a quiénes osan criticarlos.

Las instituciones, como el Congreso, el Poder Judicial, el Ministerio Público; los órganos extrapoder, como el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados y el Consejo de Magistratura, están en manos del establishment.

Desde el 15 de agosto de 2023 Santiago Peña es presidente de la República. ¿Pero, tiene el poder real? ¿gobierna para el pueblo o solo para los colorados? o ¿gobierna para sus amigos y o para engordar su cuenta bancaria? Colegimos que la ANR es la maquinaria perfecta para sostener la dictadura perfecta. Sí, Vargas Llosa no solo se refirió a México, sino también a Paraguay.

martin.riveros@abc.com.py

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