Los más vulnerables

Uno de los sectores más vulnerables del país es la agricultura familiar. Los pequeños productores son los abandonados por el Gobierno actual y, sin importar a qué rubro se dedican, siempre se encuentran con poco o nulo apoyo del Estado. Y tienden más a registrar pérdidas millonarias en sus fincas que a obtener ganancias, que ayuden a mejorar su condición de vida.

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El año pasado, los agricultores registraron pérdidas millonarias en sus fincas en la producción de tomate por culpa de la mala planificación del Ministerio de Agricultura y Ganadería, el contrabando del producto y el efecto climático. Los trabajadores del campo tuvieron que vender sus animales, ranchos y parte de sus tierras para poder solventar los préstamos de dinero que hicieron en los bancos y otras entidades financieras del país.

Durante la época de calor en Paraguay, los productores optan por plantar y producir pepinos de primera calidad para poder llevar el pan de cada día a sus casas, pero nuevamente se topan con un mercado saturado del producto, la poca o nula planificación del MAG y el posible ingreso masivo del mismo producto de contrabando.

El costo de producción del pepino es de unos G. 1.500 el kilo en finca. Para dejar un poco de ganancia, debían vender mínimamente a G. 3.000 el kilo en finca, pero con suerte vendían a G. 900 el kilo, situación que les generaba millonarias pérdidas. Muchos optaron por abandonar sus plantaciones al no tener más recursos para seguir sosteniendo sus cultivos y se resignaron a perder la única esperanza que tenían.

La situación demuestra que el rubro de la agricultura familiar del país es uno de los sectores más vulnerables y que el Gobierno actual no hace nada para solucionar el problema.

Las donaciones de semillas e insumos solo llegan a supuestos comités liderados por hurreros de turno, que solo apoyan y callan las terribles tragadas de dinero público que realiza este Gobierno. El resto queda en un total abandono y, lastimosamente, muchos optan por dejar sus tierras y migrar al extranjero en busca de una vida mejor.

El abandono sistemático de la agricultura familiar por parte del Estado no es un descuido: es una forma deliberada de desmantelar al pequeño productor en favor de intereses más grandes y oscuros.

Mientras los campesinos pierden sus tierras, sus animales y hasta su dignidad, el Gobierno reparte privilegios entre aliados políticos y se hace de la vista gorda ante la situación. Lo que está ocurriendo es una traición estructural a la base productiva del país.

victor.barrera@abc.com.py

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