Apuntes para pensar acerca del cartismo

Entre otras cosas, el cartismo acentuó en el Partido Colorado una tendencia a la conducta irracional y la prepotencia. Una buena parte de sus autoridades, y también algunos de sus adherentes, son incapaces de autocrítica y, mucho menos, de asumir críticas.

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En las declaraciones públicas de sus dirigentes políticos se trasluce la falta de argumentos para responder a cuestionamientos y una tendencia a considerar directamente como enemigo a cualquiera que ose criticarlos.

La mayoría que el Partido Colorado, con las elecciones, consiguió en las cámaras del Congreso le sirvió para “copar” también todas las instituciones del Estado. Esa situación, que debería sobre todo facilitarles la gobernabilidad y el impulso de sus proyectos de gobierno, sin embargo, la están utilizando sus dirigentes solo para su provecho personal y sectario.

Cabe la pregunta de cuál es el sustento ideológico, doctrinario y cultural de lo que llamamos genéricamente cartismo. Una cuestión a pensar es cuánto tiene de coloradismo el cartismo. No es un detalle menor el hecho de que este sector político carezca de intelectuales que lo avalen o lo defiendan. Recordamos que hasta la dictadura stronista tuvo sus intelectuales de algún peso que la justificaron y sustentaron: Ezequiel González Alsina, Mario Halley Mora, Francisco Barreiro Maffiodo, por nombrar a algunos. ¿A quién podríamos nombrar ahora como “intelectual” del cartismo?

Está claro que se trata de un proyecto político-económico-empresarial que busca proyectarse en el tiempo. El mismo Horacio Cartes intentó su continuidad, impulsando a sangre y fuego en 2017 su proyecto de reelección, pero fracasó. Costó una crisis y la vida del joven Rodrigo Quintana y, según confesó el mismo Cartes, hasta el papa Francisco intervino para disuadirlo de sus pretensiones. Después, en 2018, hubo un primer intento de conservar el poder con Santiago Peña que fracasó. Su segundo ensayo con Peña se coronó con el triunfo electoral.

En un análisis “al vuelo”, la impresión que prevalece es que, desde su inicio, el cartismo solo utiliza la fachada o el cascarón que es ahora el Partido Colorado para ganar las elecciones

Ni Cartes ni Santiago Peña ni Pedro Alliana, por nombrar a sus principales caras actuales, son colorados “de cuna”, pero eso poco importa. El dinero y la astucia de Cartes presumiendo de colorado son, hasta ahora, suficientes.

Una buena parte de la dirigencia y muchos de sus afiliados están conformes con esta situación porque, por sobre todo y más que el bienestar o una mejor distribución de la riqueza o la posibilidad de aplicar la doctrina partidaria en la gestión, les conforma que el partido siga ganando elecciones, como si de un partido de fútbol se tratara.

En tanto, lo que llamamos “la oposición”, que en realidad es un variopinto conjunto de partidos, con idearios e ideologías incluso enfrentadas, no exhibe, hasta ahora, una propuesta que pueda significar un riesgo para el cartismo.

No obstante, nadie puede asegurar que el discurso fanático, hostil e irracional le será suficiente al cartismo para imponerse, primero en la interna y luego a nivel nacional en 2028. A este Gobierno le resta aún un largo trecho y el desgaste está haciendo estragos, no solamente en Peña sino también en varias de sus principales figuras, situación que puede favorecer, en su momento, a un cambio de rumbo en el poder.

mcaceres@abc.com.py

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