Al obrero le robaron su día

A sabiendas de una lucha perdida en todos los frentes, reitero este año mi denuncia de que se ha robado a los obreros su día, tradicionalmente el 1 de mayo. Pasó a llamarse día del trabajador. Son conocidas las condiciones extremas, largamente padecidas, por los obreros de las fábricas norteamericanas. Junto con los escasos salarios soportaban 12 horas de trabajo, entre seis y siete días semanales.

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Al fin, entre el 1 y el 4 de mayo de 1886, los obreros de Chicago salieron a la calle a exigir ocho horas laborales y denunciar otras injusticias. Explotó una bomba que mató a algunos policías y manifestantes. La policía repartió balas, hubo detenciones y cuatro condenados a muerte. Algunos años después, se estableció el 1 de mayo como día del obrero, en recordación de los mártires.

En nuestro país, todavía con el saldo trágico de la Guerra de la Triple Alianza, comenzaron los obreros gráficos, panaderos, sastres, carpinteros, etc. a unirse en sindicatos que también peleaban por reducir a 8 las 12 o 16 horas de trabajo.

Tales sindicatos acabaron en la formación de la Federación Obrera Regional del Paraguay, en 1906. Apartir de entonces, surgieron y murieron varias centrales que tuvieron en común denominarse obreras. Los dirigentes se daban íntegros por mejorar la condición laboral de sus compañeros. En este esfuerzo perdían la libertad o la vida bajo gobiernos dictatoriales, de los muchos que hemos padecido.

Con el golpe cuartelero del 2 de julio de 1908, que elevó al poder a Albino Jara, se desató el terrorismo contra los dirigentes sindicales que fueron arrojados al exilio o la cárcel. No se salvó ni el mismo Rafael Barrett, que hacía cuatro años vivía en el Paraguay, alumbrándolo con su inteligencia y su conducta, marcadamente inclinadas hacia los desposeídos. Un mes antes del golpe, para memorar el día del obrero el 1 de mayo, los sindicatos organizaron un acto en el Teatro Nacional, hoy Municipal, con la intervención protagónica de Barrett. Intervino con brutalidad la policía para escándalo y terror de los asistentes.

¿En qué momento, a nivel planetario, el obrero perdió su día? ¿Cuándo se mezcló “obrero” con “trabajador”? ¿No es lo mismo? No. El trabajador es aquel que tiene actividades manuales o intelectuales. Entre estos se han establecido fechas específicas para recordarlos: día del agricutor, médico, enfermera, maestro, periodista, etc. Y también del obrero. El obrero es el mensualero -el “mensu” de los antiguos yerbales- es el jornalero, el proletario, el que se organiza en sindicato. Es también trabajador, desde luego, pero sus funciones no son las del empresario, por ejemplo, que también es trabajador pero no proletario y tiene, como los demás sectores, su día de recordación. ¿Por qué nos hemos olvidado de festejar el día concreto, específico, literal, del obrero? Porque lo hemos licuado con otros ingredientes cuyo resultado híbrido es el día del trabajador.

Una lógica elemental: Todos los obreros son trabajadores, pero no todos los trabajadores son obreros.

A los obreros les esperaban todavía otras dictaduras que dificultaron sus organizaciones o verlas aplastadas. La de Higinio Morínigo (1940 – 1948) y la de Alfredo Stroessner (1954 -1989).

El 27 de agosto de 1958 los obreros llevaron adelante una huelga luego de infructuosas reuniones con las autoridades nacionales. Los huelguistas exigieron un aumento salarial del 50% y el gobierno les ofreció el 5%.

Stroessner tomó la huelga como un desafío a su poder y ordenó una represión sin misericordia: apresamientos, torturas, expatriación. Sin pérdida de tiempo dispuso la intervención de la central obrera que se quedó como un organismo gubernamental. Cada 1 de mayo, el secretario general de turno y los sindicatos “amigos”, memoraban la fecha en el Panteón de los Héroes con interminables loas al dictador.

La fracasada huelga tuvo meses después una consecuencia política que vigorizó más aún a la dictadura. La implacable persecución a los huelguistas sirvió para sensibilizar a un vasto sector de la juventud que ganó la simpatía de algunos parlamentarios colorados. Todos éstos terminaron en el exilio.

En algunos círculos cuadrados la palabra “obrero” huele a protestas, huelgas, pedidos de aumento salarial y esas cosas que habrían determinado el cambio de “obrero” por “trabajador”. El maestro José Asunción Flores compuso una hermosa polca, “Obrerito”. No la tituló “Trabajadorcito”

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