Y Barán no se va...

La Superintendencia de Salud confirma que hubo “fallas en todos los niveles” en la atención al recién nacido que hace un mes falleció por falta de terapia intensiva en el Hospital Regional de Villarrica, días después de que Santiago Peña “inaugurara” el servicio para la foto. Hubo promesas de cambios, muchos bla blás, y todo sigue igual. Sin embargo, pese al pedido del gremio médico de que renuncie o la destituyan, la ministra de Salud, María Teresa Barán, no se va...

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La inauguración de la UTI neonatal de Villarrica se hizo el 20 de febrero, con Santiago Peña y Barán estirando la cintita para la foto, pero “sin garantía de operatividad real”, confirmaron los auditores de la Superintendencia de Salud que, el 11 de abril, elevaron al Ministerio de Salud un reporte de más de 40 páginas con otras 300 de documentos adjuntos, sin que hasta ahora haya habido ninguna consecuencia. Hubo fallas desde el momento de la inauguración hasta cuando atendieron al bebito, que esperó diez horas desde que se detectó que tenía una afección respiratoria grave, 15 minutos después de nacer, hasta que pudieron trasladarlo al hospital de Santísima Trinidad, donde falleció el 1 de marzo.

El reporte hecha por tierra el argumento esgrimido por el gabinete de Barán, de que el pequeñito recibió toda la atención posible en tiempo y forma y que su cuadro era demasiado grave. Y pone nuevamente en tela de juicio la capacidad de la ministra de Salud para seguir en el cargo, porque cambió directores y viceministros, pero todo sigue igual.

Y a la dura situación en cuanto a infraestructura y falta de insumos y medicamentos, esta semana se sumó otro hecho que igualmente amerita la intervención de Salud Pública. La muerte en accidente de tránsito de un médico pasante tocó una herida abierta hace rato, pero de la que poco se habla: mal pagados y literalmente maltratados, los residentes hacen 48 y hasta 72 horas de guardia de “castigo”, o sea, atienden pacientes sin dormir o con alto stress, en un sistema perverso que los sobrecarga y empeora el ya crítico sistema de salud pública.

Pero, si desde el mismo gremio al que ella pertenece, se viene insistiendo en que debe renunciar o ser destituida, ¿por qué no se va Barán? Diputados la salvaron dos veces de una intervención. Y es que la política partidaria, quién es su padrino, puede más que el testimonio de pacientes y médicos que a diario pasan penurias en los hospitales públicos.

Barán llegó al cartismo con el actual senador Juan Afara y cuando éste se fue, ella se quedó. Luego pasó a ser “peñista”. Ahora, Incluso cuando según altas fuentes, en filas del cartismo se cuestiona su permanencia en el cargo, Barán continúa y no la van a sacar. Volando bien por encima de los ciudadanos comunes que enfrentamos el tormento de la atención médica pública, dentro de nube de pedo del presidente Santiago Peña, ella pareciera tener un asiento especial de copiloto.

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