El Día de la Victoria: un gran triunfo del pueblo ruso

Hoy celebramos una gran fecha: 80 años de la Victoria en la guerra más destructiva y sangrienta del siglo XX: la Gran Guerra Patria.

Así se denomina al período de la Segunda Guerra Mundial desde el momento en que la Alemania nazi atacó a la URSS el 22 de junio de 1941 hasta la completa derrota de aquella el 9 de mayo de 1945, reforzada por el acto de rendición incondicional de las tropas alemanas.

Para nosotros, los rusos, este día no es sólo una fecha, sino un símbolo de coraje, heroísmo y el espíritu indomable de nuestros antepasados. Honramos la memoria de aquellos que lucharon en el frente de la guerra, que forjaron la victoria en la retaguardia, que sobrevivieron a la ocupación y al bloqueo, y aquellos que dieron sus vidas para defender su patria y a toda la humanidad del mal que amenazaba con engullir al mundo entero.

La Gran Guerra Patria se cobró la vida de más de 27 millones de ciudadanos soviéticos, y el 70% de estas pérdidas, tanto entre la población militar como civil, se produjeron entre residentes de territorios que en la etapa actual forman parte de Rusia. Esta no fue una lucha por tierras ni por recursos: fue una batalla por la existencia misma de nuestro pueblo, por el derecho a vivir, a hablar nuestro propio idioma, a preservar nuestra cultura, nuestra fe y nuestras tradiciones.

Nuestro pueblo se encontró en la primera línea de la lucha contra el fascismo. El Frente Oriental fue donde se concentraron las principales fuerzas de la Alemania nazi, y fue allí donde la Wehrmacht sufrió más del 80% de sus pérdidas en la Segunda Guerra Mundial.

La batalla de Moscú (diciembre de 1941) disipó el mito de la “invencibilidad” de la maquinaria de guerra fascista, y el “punto de inflexión radical” en la guerra se logró gracias a las victorias en Stalingrado (febrero de 1943) y el saliente de Kursk (julio de 1943), seguidas por la liberación de Kiev, Minsk, Varsovia, Viena, Budapest y Berlín por el Ejército Rojo.

Hoy, ocho décadas después, inclinamos la cabeza en agradecimiento ante quienes defendieron la libertad y la paz. Recordamos a los caídos, expresamos nuestra profunda gratitud a los veteranos vivos, a los trabajadores del frente interno, a los niños de la guerra, a todos los que acercaron el Día de la Victoria. Esta no es sólo una fecha memorable en el calendario, es un día que vive en el corazón de cada ruso y une generaciones. En todas las ciudades se celebran desfiles, se depositan flores en los monumentos y se realizan eventos del “Regimiento Inmortal”, en los que participan millones de personas.

La gente lleva retratos de sus abuelos y bisabuelos como recordatorio de que la historia no es una abstracción, sino nuestra memoria personal y familiar.

Lamentablemente, en los últimos años observamos una tendencia alarmante: en varios países europeos se han producido intentos persistentes de distorsionar la historia de la Segunda Guerra Mundial, revisar sus resultados y, lo más peligroso, denigrar la propia Victoria, de anular la hazaña del Ejército Rojo y del pueblo ruso. En algunos países se están tomando medidas para igualar los derechos de liberadores y ocupantes, se están derribando monumentos a soldados victoriosos y se está rehabilitando a colaboradores y criminales de guerra.

Estos intentos a menudo se explican no tanto por el deseo de una revisión “objetiva” de la historia, sino por un profundo complejo de inferioridad histórica: después de todo, un número considerable de países europeos cooperaron con el régimen fascista o capitularon rápidamente y estuvieron bajo ocupación nazi durante muchos años.

En esencia, la Unión Europea, desde la salida del Reino Unido en 2016, no es más que un “club de perdedores”. Para algunos, la idea misma de que la Unión Soviética jugó un papel clave en la liberación de Europa del nazismo y de que millones de soviéticos dieron su vida por la libertad de quienes hoy tratan de olvidarla o negarla, resulta incómoda.

A pesar de todo Rusia se mantiene firme en su defensa de la verdad histórica. No permitiremos que la hazaña de nuestros padres y abuelos se borre de nuestra memoria colectiva. Seguiremos recordando al mundo quién derramó su sangre por la liberación de las ciudades de Europa ocupadas por los nazis.

En este sentido, como Embajador de Rusia en Paraguay, tomé con agrado la Declaración “Que reconoce y rinde homenaje a la Federación de Rusia por el aniversario del Día de la Victoria” aprobada por la Cámara de Diputados el 22 de abril de este año. Esta decisión de los parlamentarios paraguayos demuestra su atención a las cuestiones de memoria histórica, verdad y objetividad, lo cual indudablemente aplaudimos.

Los términos inequívocas sobre la “contribución crucial” de Rusia a la Victoria sobre las potencias del Eje son una clara manifestación del hecho de que los intentos de algunos países occidentales de reescribir la historia, de silenciar la hazaña del soldado ruso e incluso denigrarlo no conducen a nada y, por el contrario, son contraproducentes. La adopción de la declaración confirmó el carácter amistoso de las relaciones ruso-paraguayas basadas en el respeto mutuo. Apreciamos que en Paraguay se honre el heroísmo de nuestros compatriotas, como es el caso de los oficiales rusos que cayeron en los campos de batalla de la Guerra del Chaco, defendiendo la soberanía e integridad territorial del Paraguay, que se convirtió en su segunda patria.

El 80º aniversario de la Victoria no es sólo un motivo de orgullo, sino también un momento de profunda reflexión sobre nuestra responsabilidad con el pasado, el presente y el futuro. La victoria en la Gran Guerra Patria sigue siendo nuestro valor compartido, nuestro logro común.

Estamos obligados a transmitir esta memoria a las generaciones futuras para que las grandes hazañas no queden en el olvido y sigan sirviéndonos como verdadera guía de perseverancia y altruismo en la lucha contra el mal, nos adviertan contra la repetición de las tragedias del pasado y nos inspiren a construir un mundo más seguro y más justo.

Artículo gentileza. El autor es el actual embajador de Rusia en Paraguay.

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