Aniversario del partido Demócrata Cristiano (PDC)

El Partido Demócrata Cristiano fue fundado en Asunción el 15 de mayo de 1960, con el nombre de Movimiento Social Demócrata Cristiano; “es una organización política del pueblo paraguayo, para instaurar una nueva sociedad y un nuevo estado, al servicio del desarrollo integral de la persona humana según la concepción del pensamiento social cristiano”

En concordancia con esas bases doctrinarias y socio políticas bien definidas, sólidamente fundadas en las encíclicas papales “Rerum Novarum” y “Libertas” del Papa León XIII, y “Cuadragesimo Anno” del Papa Pío XI, y en las obras del filósofo francés Emmanuel Mounier, fundador del personalismo comunitario, Convención Inaugural se inició el 14 de mayo de 1960 con la participación de más de 150 convocados por la Junta Promotora; en el recinto se debatieron y se aprobaron con modificaciones, los fines determinados en la Declaración de Principios, el Programa Nacionaly el Estatuto del MSDC.

Las reuniones se realizaron clandestinamente en la Escuela Técnica Salesiana “Don Bosco”, ubicada en Manuel Domínguez y Tte. Rojas Silva; entre los fundadores estaba el Dr. Hermógenes Rojas Silva, hermano del Tte. 1° Adolfo Rojas Silva, el Capitán José A. Bozzano, orgullo de la Armada Paraguaya; otros militares retirados y héroes del Chaco dados de baja por el dictador Higinio Morínigo, por su participación en la Revolución del 47; numerosos abogados, médicos, economistas, docentes secundarios y universitarios, destacados activistas y dirigentes sindicales, universitarios y de la Acción Católica.

Durante los primeros cinco años presidió la Junta Nacional el Profesor de la Facultad de Derecho Jorge H. Escobar. Esos hechos me constan personalmente en mi condición de primer secretario rentado, mientras estudiaba en la Facultad de Derecho, con quinientos guaraníes de sueldo abonados meses antes del Acto Fundacional por el Dr. Jerónimo Irala Burgos, entonces miembro del Tribunal de Apelación del Fuero Penal.

El acta fundacional expresa: “Nosotros, los que suscribimos animados por la fuerza espiritual del Cristianismo y por el más acendrado amor a la patria, invocando la asistencia de Dios, acordamos en declarar: “Que frente al panorama desalentador que ofrece nuestra patria en el orden económico, social y político, afirmamos que la crisis que la aflige, de raíz profundamente moral, ha puesto en vigencia valores y estructuras que desvirtúan la inspiración cristiana del ideal de vida del pueblo paraguayo, y lo han situado en una difícil encrucijada de su historia”.

“Que esa crisis se manifiesta en el actual predominio de una concepción materialista de la vida, en la falta de respeto a los derechos esenciales de la persona humana, en el desquisiamiento de la familia, y en esa escasa sensibilidad para comprender las exigencias de la justicia social”.

“Que en el orden institucional, ella se traduce en estructuras sociales, económicas y políticas opresoras e injustas, que solo dan acceso a unos pocos privilegiados a los beneficios de la cultura y de la riqueza, así como al libre ejercicio de la actividad política, provocando de esa manera la división irreconciliable en que se halla la familia paraguaya y el éxodo de muchos de sus hijos”.

“Que frente a la realidad de una patria dividida y ante las exigencias de un mundo mejor, la Doctrina Social Cristiana propone la vigencia de una concepción espiritualista de la vida y de los principios rectores de Libertad, Justicia Social y Bien Común, movidos por la amistad cívica”.

“Que la Doctrina Social Cristiana, que coloca en la persona humana el fin y la medida de toda acción y de toda estructura política, social y económica, es la mejor base y garantía para una educación y vida cabalmente democráticas”.

“Que la aplicación de nuevos principios requiere, frente a las costumbres viciadas, una prédica serena dirigida a la conciencia y una acción metódica y realista encaminada a la radical transformación de la sociedad, y por lo tanto, es impostergable un movimiento de ideas y de realizaciones que conduzca a la dignificación de la conducta, a la promoción de la vida familiar, a la democratización de las prácticas políticas para alcanzar la plenitud de una convivencia civilizada en la libertad, en la justicia y en la paz”.

“Que nuestros principios cristianos, fundamental e integralmente democráticos, postulan para su ejecución el empleo de procedimientos democráticos y la renuncia a la violencia como método político”. “Que nuestro Movimiento, firme en sus convicciones, sostiene que la salvación de la patria, solo será posible por el esfuerzo común de todos sus hijos”.

Ante la vigente y arraigada corrupción política, cultural, social y económica del país, la inocultable mediocridad e inmoralidad de la clase dirigente en todos los sectores, las transformaciones innovadoras en la geopolítica mundial con la consolidación de nuevas estructuras globales superadoras del individualismo liberal, el materialismo marxista y el nacionalismo; los efectos social y culturalmente devastadores de las nuevas tecnologías de la información; la producción industrial robotizada; las armas de guerra mejoradas en su capacidad destructora, con drones y rayos laser y capacidad destructiva impensada; y, sobre todo, el impacto que la inteligencia artificial produce en la cultura, las ciencias y el comportamiento humano personal y social, configuran un momento crucial de la historia humana, que requiere de las organizaciones políticas y sociales asumir una misión concientizadora y democratizadora, con visión estratégica, apta para enfrentar el cambio de época, que se avizora con el sello de la innovación y la transpersonalización de la humanidad.

Las nuevas realidades exigen cambiar nuestros paradigmas; si el PDC desea responder con eficiencia y eficacia a los desafíos del siglo XXI, motorizado por la revolución científica y tecnológica más profunda de la historia, debemos repensar el significado, contenido y método de la política en su proyección por las redes sociales y los medios de comunicación; no debemos quedar atrapados en la nefasta política partidaria tramposa y mediocre de los partidos tradicionales; evitar el ideologismo, el dogmatismo y el sectarismo; sin temor a dialogar, a polemizar, a confrontar ideas, pensamientos y proyectos; formulando propuestas sin temor y con solidez.

El fin de la sociedad no es bien individual ni el conjunto de los bienes individuales de cada una de las personas que la constituyen, el fin de la sociedad es el bien de la comunidad, el bien del cuerpo social, el bien de la humanidad.

* Expresidente del Partido Demócrata Cristiano.

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