Un intendente que renueve y ame a Asunción

Los días 14 y 15 el centro de Asunción volvió a llenarse de gente y de júbilo en homenaje a la patria. Por unas horas quedaron ocultas la decadencia y la inseguridad.

Ese casco histórico debería de ser siempre una fiesta, como ocurre en todas las capitales. Para eso necesitamos autoridades sanas, que amen la ciudad. Basta de políticos ladrones y de cretinos que los votan.

Asunción no fue jamás una gran ciudad. Pero tenía su encanto, el que le daba su gente fatigando sus calles céntricas entre el pregón ambulante y los saludos vivaces. Había color y calor de casa grande cobijando a todos en el disfrute citadino.

Pero poco a poco la algarabía en ese casco histórico se fue apagando. No sé cuándo comenzó a concurrir el silencio a Palma, Estrella y sus cruces ni cuándo se inició la diáspora de la palmeada para dar lugar al silencio languidecido.

Tantos edificios de señorial estilo fueron invadidos por la desidia que roía sus paredes y por la humedad que calaba sus entrañas.

El microcentro, donde se urdió la tradición que pervivía en sus habitantes solariegos, se fue descascarando en sus paredes y marchitándose, ganado por silencios y sombras.

Lo peor fue la indolencia de las autoridades municipales y de las nacionales. La dejadez fue patente como patente fue el crecimiento sin pausa del deterioro edilicio y de la inseguridad que fue aposentándose en las calles y en las incipientes ruinas de los inmuebles. La capital, y más propiamente su casco ancestral, es la cédula territorial identitaria de un país. Por lo tanto, es imperioso que el gobierno central se preocupe de su imagen y de su bienestar.

En los días señalados, muchos visitantes de la FIFA se hospedaron en hoteles del centro. Y menos mal que su estadía coincidió con la presencia de la gente que celebraba las fiestas de mayo. No les cupo ver la oscuridad, el silencio peligroso y la desamparo que caracterizan a esa zona.

El año próximo habrá elecciones municipales. Se supone que el electorado más razonable está en Asunción. Se supone que las agrupaciones políticas o ciudadanas presentarán no solo candidatos potables, sino —sobre todo—, proyectos para renovar Asunción.

Con desazón vemos a veces que se están postulando repetidas figuritas políticas que ya sabemos lo que harán. Es cierto que ya probamos de todo en la intendencia municipal de la capital, y que todos contribuyeron en su medida a sumir a la ciudad en la orfandad.

Es imperioso que haya un proyecto nuevo para Asunción, para devolverle su modesto pero lozano esplendor de pocos años atrás. Y es necesario que los votos asuncenos eliminen a los políticos ladrones. Y esto va para el intendente y para la junta municipal, donde se refugian desde hace años, rateros, rapiñeros y rufianes.

A la ciudadanía le toca exigir candidatos decentes, gente que posibilite que el centro asunceno sea una fiesta permanente para el solaz ciudadano.

nerifarina@gmail.com

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