Hola Javier García de Viedma

El Telegraph de Londres informó el pasado jueves 22 que el gobierno de Nueva Zelanda decidió abandonar el dogma climático establecido desde 2018 por la entonces primera ministra globalista Jacinda Ardern.

La razón es simple, es lógica, es de puro sentido común: La estupidez climática de Ardern provocó no solamente un aumento sostenido de los precios de la energía para los consumidores y para los inversores, como en los países de la dictadura autodenominada Unión Europea, reduciendo la competitividad del país, sino que provocó, como en España y Portugal a pesar de los intentos de sus gobiernos globalistas por ocultarlo, cortes cada vez más frecuentes del suministro energético dado que las falsamente denominadas energías “limpias” no son seguras.

Pocos días antes los parlamentos de Bélgica y Dinamarca, cada uno por su cuenta, votaron abandonar el dogma climático con respecto a la energía nuclear, autorizando la reinstalación de la energía nuclear, por las mismísimas razones que Nueva Zelanda.

En Estados Unidos, el presidente Donald Trump autorizó el viernes 23 la derogación de las regulaciones derivadas del absurdo climático que ralentizaban la instalación de usinas nucleares, por las mismas razones que los anteriores casos.

Antes, el jueves 22, el Congreso de EE.UU. sancionó la derogación de la prohibición de vehículos a combustión que, por el ridículo dogma climático, se había fijado para 2035. Porque los autos eléctricos no pueden competir con las prestaciones que por precios similares prestan los vehículos a combustión, lo que condenaba a millones de personas al transporte público, a la pérdida de independencia y convertía la movilidad particular en privilegio de élites.

El privilegio de élites en detrimento de los comunes es, desde luego, el objetivo político del dogma climático y el programa del Foro Económico Mundial, la organización fascista que copa los organismos nacionales e internacionales.

El dogma climático es eso, un dogma: La idea de que la actividad humana es aceleradora de un cambio climático carece por completo de base científica. Todas las proyecciones del pomposamente denominado “Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático” están equivocadas, todas sin excepción: Desde el derretimiento de los polos hasta la modificación de las temperaturas, la elevación del nivel del mar, el impacto del CO2, todo está equivocado hasta el punto que los supuestos “expertos” se ven en la obligación de acomodar sus estúpidas y apocalípticas previsiones ahora ya sin vergüenza ni decoro. Si hay excepciones, son eso, puntualidades que no corrigen el error.

Nosotros, que necesitamos con urgencia nuevas represas hidroeléctricas, centrales nucleares y gas natural para producir la energía requerida para salir de la pobreza, lastimosamente, somos víctimas del proyecto colonial del brazo armado del Foro Económico Mundial, la Unión Europea, cuyo embajador en Asunción, Javier García de Viedma, realiza un intenso lobby en nuestras instituciones para impedir, en nombre del dogma climático, que hagamos lo que tenemos que hacer para liberarnos de la dependencia.

Con la repugnante ayuda de cipayos locales, que traicionan al pueblo paraguayo.

evp@abc.com.py

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