Las miradas entre los mayores y comentarios relacionados, así como la tristeza, llevaron a los más jóvenes a preguntar: ¿Quién fue ese señor? … A ver, cómo respondemos a esa pregunta.
Guillermo Caballero Vargas fue un empresario e industrial, también tuvo protagonismo en la ganadería nacional. Pero obviamente en el ámbito privado su figura, al frente de “Tejidos Pilar”, es emblemática por sí. Una persona culta y muy respetada, con una trayectoria personal y profesional intachables.
Un hombre que creyó firmemente en que se podía cambiar el rumbo de nuestro país, que podíamos lavar las manchas de la dictadura. Esto lo llevó a fundar en el año ‘91 el Partido Encuentro Nacional y a presentarse como candidato a presidente en el ’93. Su ideario político encendió los corazones de muchos jóvenes entusiastas: “Ofrecer al país los mejores hombres y mujeres, los más capacitados y honestos, los que realmente quieren construir una república basada en la Justicia Social y en el Estado de Derecho”.
En las presidenciales del ’93 compitió contra Laíno y Wasmosy, y nadie definió esto mejor que un congresista brasilero “esta será una batalla épica entre un paladín de la oposición, un gentleman de la vieja escuela y un barón de Itaipú. Ocurre pocas veces, y es casi una lástima que converjan candidatos de tal estatura y tengan que anularse entre ellos”.
En esas elecciones, aliados al Partido Revolucionario Febrerista y al Partido Demócrata Cristiano con María Victoria Brusquetti como compañera de fórmula, crearon una dupla inédita. Fue una muestra valiente y visionaria de coalición y una apuesta a la madurez política. Pero no alcanzó: quedó en tercer lugar y la hegemonía colorada siguió, esta vez con Juan Carlos Wasmosy.
Pero su lucha no terminó allí. Al contrario, y acorde a su espíritu se mantuvo cerca, observando, opinando, empujando. Fue parte del Gobierno de Unidad Nacional durante la presidencia de Luis González Macchi, hasta el año 2003. Y en 2008, el PEN apoyó la candidatura de Fernando Lugo, logrando un hito: la derrota del Partido Colorado tras más de 60 años en el poder.
Caballero Vargas fue más que un actor político: fue un referente moral. Sin prebendas de por medio inspiró a toda una generación, que desde hace décadas sigue soñando con un candidato de su calibre. Pocos años atrás, confesaba con honestidad punzante, su enorme frustración en cuanto a la política paraguaya.
“Me retiro totalmente de la política”, dijo, y había mucho desaliento es sus palabras. Denunció la degradación de este instrumento tan importante, la banalización del debate público, la falta de ideas. Se refirió al Congreso como un “concurso de ineptos”, y advertía —con dolor, pero también con lucidez— que, sin concesiones reales entre fuerzas opositoras, no habría chances de cambio.
Tenía razón en todo. Su candidatura fue una gran oportunidad perdida, también por eso se siente tanto. Somos testigos de la partida de un hombre de sólidos principios, que portó una antorcha de esperanza que los paraguayos no supimos justipreciar.
Don Guillermo, gracias por todo.