La neutralidad como ganancia

Con el escenario mundial actual de progresiva confrontación, la neutralidad puede tener sus ventajas y no precisamente ser una muestra de pasividad. Más bien de pragmatismo. ¿Cómo debería actuar Paraguay?

Esta era de incertidumbre global interpela a países como Paraguay, con una economía pequeña y una diplomacia irrelevante en geopolítica y foros internacionales.

La pregunta que habrá que responder es si estamos listos para asumir las consecuencias de involucrarse en guerras comerciales y políticas -conflictos bélicos, incluso- que nos sobrepasan en términos de recursos, influencia y poder geopolítico, e igualmente las reacciones adversas por decisiones tomadas en despachos lejanos. Hallar la respuesta es crucial.

En la guerra comercial o arancelaria como la que vimos entre Estados Unidos y China mantenerse al margen de esta disputa otorgaría ventajas al Paraguay. Al fin y al cabo, cuando estas potencias económicas logren la conciliación -como ya está sucediendo- ninguna tendrá en cuenta a las economías menores.

Mantenerse neutral podría evitar injerencias que privilegien intereses foráneos, por un lado; y por el otro, fortalecer la soberanía y mostrarse sin ataduras ideológicas en la escena diplomática como un actor confiable. Esto como garantía, incluso, para la atracción de inversiones.

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Alinearse a un bando en un conflicto entre primeras potencias podrían significar represalias o la pérdida de mercados beneficiosos para la subsistencia La neutralidad, en cambio, y vista como una herramienta de negociación bien sólida y bien aprovechada, permitiría diversificar alianzas sin comprometer relaciones claves.

Nuestro país también podría posicionarse como un actor significativo en la promoción del diálogo y la cooperación internacional. Involucrarse en disputas políticas podría significar costos diplomáticos y por qué no militarización innecesarias cuando las relaciones internacionales se vuelven cada vez más complejas debido a la polarización y el creciente debilitamiento de las instituciones democráticas.

La cautela como enfoque estratégico no solo es la más viable, sino también necesaria para la autonomía política y económica, de manera a no verse arrastrado por rivalidades que no le competen.

Como legado, las crisis mundiales nos han mostrado que los aliados elegidos en tiempos de conflicto pueden a mediano y largo plazo convertirse en cargas innecesarias que afectan el bienestar nacional.

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