Últimamente, Horacio Cartes parece vivir en “termoguay”, ya no pisa el barro ni escucha al pueblo. Vive en una burbuja donde el único idioma que se habla parecen ser los negocios.
Atrás quedó el Cartes que en uno de sus primeros discursos como presidente no se ahorró sustantivos ni adjetivos contra licitaciones amañadas, contra los eternos contratistas y contra los buitres del estado paraguayo. De tanto moverse como un privilegiado, abriéndose paso con patrulleras, escoltado por militares y con sus blindados a cuesta, le han despellejado aquella afinidad que decía él tener con la gente. Si sus asesores revisan los comentarios reales después de sus dichos —no los bots, no las cuentas oficiales, sino la indignación genuina que se acumula fuera del horario de oficina— podrían darse un baño de realidad.
Santiago Peña está demostrando ser mucho más astuto que Cartes. Hincó sus rodillas primero ante el Patrón para confundirse en un largo abrazo legitimador: cuando este martes por la noche Santiago Peña se presente ante el resto de sus correligionarios, todos sabrán que deberán alinearse como velas ante lo que ya opinó el Supremo.
El Presidente salió de su informe con nuevos bríos, tanto es así que fue con todo entusiasmo a firmar una de las más controvertidas leyes del sistema financiero para favorecer a sus amigos de negocios, sin importar que se les haya caído la careta de que es un marco legal que viola varios principios.
Pensaba recomendar estar atentos al informe de gestión de Santiago Peña este martes de noche para exigir y reclamar. ¡Bahh! A esa hora que la mayoría estará enfrentando el frío o la lluvia sin paradas de ómnibus, o subido a chatarras que están regulando pero igual cobran subsidio; a esa hora que llegan a la casa para escuchar que no encontraron medicamentos en el hospital, que los chicos siguen sin sus kits escolares, o descubrir que algún familiar perdió la vida por la inseguridad. Pensaba recomendar para poder decirle, al estilo Papa Francisco, “¡Pero qué mentiroso que sos! ¿No vas a hablar de tus negocios y de cuán mejor están tus socios comerciales gracias a las inyecciones del dinero público?”
Si el martes por la noche tiene algo mejor que hacer, hágalo. Les importa un carajo el Paraguay a quienes nos gobiernan y a quienes los secundan. Pero tampoco olvide quiénes son, ni cómo se están repartiendo el país como si fuera un botín.