No pueden tapar los robos ni con el sol ni los dedos

Extasiada en su defensa al presidente Peña, doña Virina Villanueva, diputada cartista por el departamento de San Pedro, en un des-sol-ado castellano proclamó: “No se puede tapar el dedo con el sol”. En el Paraguay hay cosas que no se pueden tapar ni si se les tira todo el sol encima. Ni todos los dedos. Por ejemplo, los robos monstruosos.

La intervención ha evidenciado lo que se sospechó desde un principio: la Municipalidad de Asunción fue saqueada no solo por el intendente, sino también por una Junta Municipal constituida en su mayoría por una horda de depredadores incluyendo a visibles “opositores”. En tanto, el corazón cívico de la ciudad se desvanece ante el abandono. Y calles y avenidas retienen los últimos restos de pavimento ante el avance incontenible de los baches.

Un misterio guaraní —con el que el interventor debió enfrentarse— es cuántos asalariados hay exactamente en la comuna asuncena. Se hablaba de 8 mil, de 9 mil. Dicen 9119. Ya nada suena exagerado en el reino de Nenecho el bailaor.

En tiempos de la big data, de la tecnología, de la inteligencia artificial que va desplazando a la natural, en ese universo mágico de Nenecho varios funcionarios cobran solo firmando papeles, sin registro informático.

Nada más que en pagos a parásitos de las “autoridades” se redondea un robo astronómico, un sol imposible de tapar. ¿Será que habrá voluntad política para averiguar cuántos de los asalariados son simples planilleros?

Difícil. Ese es un cavichu’i raity que si se sacude dejará un tendal de heridos: muchísima gente deberá devolver lo cobrado, es decir lo robado (cobro fraudulento) e incluso debería ir a la cárcel. Pero planillero significa voto. Y si suman tantos como en la muni asuncena, el conjunto constituye un caudal de votantes que se reparten entre los sinvergüenzas que manejan la institución comunal, algunos de los cuales son veteranos de todas las trapisondas imaginables. Encima, nadie se animará a despedir a las garrapatas en vísperas de elecciones.

Esta intervención debería en las instancias superiores derivar en el desbaratamiento total del sistema delictivo que impera desde hace años en la municipalidad asuncena, y con derivaciones penales. Si no, terminará en una anécdota más de nuestra tradición cleptocrática; se destituiría al intendente, pero el saqueo continuará. Quienes vengan después seguirán robando.

Hoy vemos una llamativa puja de aspirantes a intendente de Asunción. En la propia “disidencia” colorada aparecen por lo menos cuatro. ¿Tiene alguno de estos aspirantes —incluyendo a los de la oposición— algún chisporroteo de proyecto urbano para la ciudad, para esta tan maltrecha capital paraguaya? Mentando a mi añorado amigo Tito, digo: que yo sepa, no sé. Solo quieren ocupar el Sillón de Casabianca (Francois Casabianca, francés primer intendente de Asunción 1891-1892). ¿Para qué?

Asunción necesita técnicos, urbanistas y estadistas. Basta de politiqueros que vienen a robar.

Y ya no quieran tapar los robos con el sol ni con el dedo. Ajépa, doña Virina.

nerifarina@gmail.com

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