Es una disposición generosa que algunos sinvergüenzas han aprovechado para construir un esquema para apropiarse de recursos del pueblo paraguayo con la excusa de los pueblos originarios y para cobrar, también, el dinero que, para destruir las instituciones nacionales, se reparte por instrucción del Foro Económico Mundial.
No es ningún accidente, ninguna casualidad, ninguna coincidencia gratuita que el globalismo haya instalado en América Latina la violenta reivindicación del indigenismo, que en Chile ha llegado ya al terrorismo mapuche, por ejemplo.
Los que creen que eso pasa nomás, no leen nada, o no entienden nada, o son cómplices activos de este programa político alentado desde Davos.
Reconocer la existencia de pueblos indígenas, definidos como grupos de cultura anteriores a la formación y organización del Estado paraguayo, debía implicar por parte de nuestro Estado un pormenorizado estudio sobre las comunidades que reclaman la calificación de “anteriores a la formación y organización del Estado” pues no todos los grupos indígenas pueden alegar semejante situación.
Nuestro Estado se formó durante un proceso centenario. La Independencia, lograda en 1811, se realizó sobre una estructura gubernamental ya perfectamente funcional. Se organizó jurídicamente en el Congreso de junio de 1811. Por tanto realmente muy pero muy pocas comunidades aborígenes pueden decir legítima y fácticamente que son anteriores a él.
Nuestro Estado, además y principalmente, es uno que se construyó sobre el mestizaje, sobre la inclusión, a veces forzada como durante la dictadura de Gaspar Francia, de la población indígena a la europea y, en realidad, desde la llegada de Domingo Martínez de Irala a principios del siglo XVI las comunidades aborígenes estuvieron general y mayoritariamente integradas a la sociedad paraguaya sin ningún tipo de segregación práctica.
De modo que realmente muy pocos grupos merecen con propiedad los beneficios que les acordamos en el Artículo 62 de nuestra Constitución. Sin embargo, ahora basta que la ong Tierraviva gestione ante el Indi algunos elementos burocráticos que apenas someramente permiten investigar si los peticionantes existían antes de 1537 como comunidad para que les regalemos a manos llenas y sin rendición de cuentas el dinero de los que trabajan para pagar impuestos.
Este despropósito que debe ser corregido, enmendado y rectificado ocurre porque tenemos políticos con el culo sucio por la corrupción que logran indulgencia complaciendo a las ong del Foro Económico Mundial.
Pero al hacerlo ponen en riesgo la convivencia nacional, alientan a los violentos que cierran calles y roban en barrios, y destruyen el sentido de igualdad y justicia con la escandalosa impunidad que les ofrecen desde el Ministerio Público, totalmente copado por onegeceros.