La política, donde todo es puro petáculo

La farándula alude al mundo del espectáculo. El Diccionario, en la cuarta acepción de dicha palabra, incluye “farsa” como su sinónimo. Farsa apunta a lo grotesco. Y pienso en nuestra política, que más allá de lo dramático, ronda lo farsesco, lo caricaturesco. La semana pasada el país se regodeó con sainetes protagonizados por intérpretes estrafalarios.

Fíjense que el Senado de la Nación pidió informes a Petropar sobre el despido de tres funcionarias dadas de baja por atreverse a tener “muy buena apariencia”, lo que habría despertado celos en la nueva novia del churro Eddie Jara, titular el ente, la diputada cartista Johanna Vega. Tamaña misión se impuso la Cámara: debe husmear en asuntos húmedos que humidifican la petrolera estatal. Ahí habría un fuego pasional cuya cercanía con el combustible puede causar un incendio vehemente.

Hablando del Senado, dos fulgurantes estrellas de la farándula senatorial, Yamy Nal, cariñosamente llamada Madame Filtro, y el inefable Javier Vera o Chaqueñito, protagonizaron un episodio que puede ser fatal para ambos.

Parecería que los dos estaban conspirando para lograr más tajadas de su condición de senadores —ellos mismos no saben bien de qué se trata eso de senadores—, y acusaron a peso-pesados de la Cámara, incluyendo al mismísimo presidente, Bachi Núñez, de haberse devorado 8 millones de dólares de una ayuda no reembolsable de Taiwán.

El senador Beto Ovelar, apuntado en el asunto por el dúo cómico Filtro y Chaqueño, pidió la cabeza de ambos. Estos dos personajes, caracterizados más por conformar el equipo del burlesque —es decir, del ridículo— que por alguna labor legislativa, pueden caer como los peces: por la boca. Por bocones. Lo de Taiwán no pasaría de ser un mero reproche de despechados (aspiran a más dádivas por sus votos). Pero de paso recordaron un formidable curro manejado (según ellos) por Javier Zacarías: el alquiler de vehículos por parte de Itaipú, creativo rebusque de la muchachada que viene desde mucho antes de la aparición de Justo Zacarías como director general de la binacional.

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Y, como debe ser, está siempre presente “el doctor” Hernán Rivas. Como se diría en el ámbito de la comedia popular, un juguete cómico del Quincho. La Corte Suprema le retiró la “matrícula de abogado”, que vendría a ser como afeitarle a un lampiño; es decir, sacarle lo que no tiene. La Corte había alegado en su momento que Rivas juró porque el MEC había certificado su “título”. Aquí debieran de conversar con el exministro de Educación Eduardo Petta, quien no hizo caso de un dictamen del doctor José Casañas Levi, entonces director anticorrupción del MEC, quien demostró en julio de 2020 que el título de Rivas era falso.

nerifarina@gmail.com