HECHO 1. Peña y su familia usaron el avión de Long Jian, favorecido con una licitación amañada en Itaipú para muebles chinos. Pruebas: fotografías en Brasil y Paraguay, trazabilidad en aplicaciones aéreas.
HECHO 2. En octubre de 2024 y febrero de 2025 aparecieron sobres olvidados con miles de dólares en el quincho presidencial. El dinero se devolvió meses después sin que el mandatario notara siquiera su desaparición. Pruebas: varios celulares involucrados.
HECHO 3. Megacontratistas como Miguel Cardona y Miguel Vázquez visitaban la residencia en momentos neurálgicos de millonarias operaciones con el Estado. Pruebas: fotografías y registros de celulares.
HECHO 4. Se robó tal volumen de dinero que convocaron a militares y poligrafistas. El año pasado se robaron G. 3 millones y llamaron a la policía. Esta vuelta “olvidaron” a la comisaría que está al lado. Prueba: confirmaron el jefe de administración César Ibarrola Cano y el propio ministro de Defensa.
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HECHO 5. Dos militares del CODI, sin atribuciones legales para actuar fuera de su ámbito, sometieron al polígrafo a cuatro civiles. Prueba: mensajes en al menos diez celulares, incluidos los poligrafistas César Iván Portillo y Sonia Liz Benítez, el Tte. Cnel. Óscar Sostoa y terceros. Confirmación también del ministro de Defensa.
La última jugada oficial fue difundir un “acuerdo confidencial” de la cocinera. No desmiente nada: solo busca silenciarla. Y carece de validez, porque no puede prohibir la denuncia de hechos de corrupción ni encubrir violaciones de derechos.
Es deplorable que se acuse de querer “desestabilizar” a quienes denunciamos. La prensa siempre ha revelado la corrupción del poder; solo las dictaduras pretenden callar denuncias incómodas. Lo esencial sigue en pie: nadie ha negado los sobres de dinero hallados en Mburuvicha Róga ni el robo que obligó hasta a polígrafos.
El saldo es demoledor: Santiago Peña aparece cercado por escándalos bajo su propio techo, debilitado por un entorno sin estrategia que lo expuso al ridículo y lo cocinó en su propia cocina presidencial. Y ante serias sospechas, solo saben atacar para defenderlo.
mabel@abc.com.py