Los principales son Miguel Cardona (Hambre Cero) y Miguel Vázquez (depósitos de fondos públicos). Según “Lucita”, que es como el diputado Billy Vaesken llamó a Candado, las visitas se produjeron en periodos coincidentes con las adjudicaciones que beneficiaron a los nombrados.
“Lucita”, según Billy, no sabe lo que es “nepotismo” (entrevista que le hice el pasado jueves 17 en ABCTV), aunque parece letradísima en sugerir de tráfico de influencias (delito mucho más complejo que el nepotismo) de Santi. “Lucita” da la impresión de tener un conocimiento selectivo del Derecho.
Hay muchas razones por las que un contratista público puede o debe visitar al administrador general de la República y el tráfico de influencias es solamente una de muchas posibilidades y debe ser probado por el que acusa.
El que acusa debe probar. De esa parte del Derecho parece que se olvidan los importantes profesores doctores que están pidiendo el derrocamiento del presidente por esta cuestión. No se entiende muy bien si ellos ayudan a “Lucita” o si “Lucita” les ayuda a ellos, aunque el resultado práctico es que se olvidan de ese principio cardinal del Derecho democrático, de nuestra Constitución y de nuestro sistema penal: La carga de la prueba recae en el acusador.
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Yolanda Paredes pretende que creamos que Cardona y Vázquez fueron a traficar influencias y a violar la ley de Contrataciones Públicas y es una de las posibilidades. Pero creer la historia de “Lucita” no constituye prueba, al menos hasta donde se extiende el Derecho democrático. Admito que Yolanda Paredes usa la lógica de la dictadura (el acusado debe demostrar su inocencia), pero como su líder Payo Cubas aún no es dictador del Paraguay, todavía rige el Derecho democrático.
Yolanda Paredes quiere que creamos que “Lucita” registró todos los movimientos del presidente porque era leal a su confianza; que los paquetes que fotografió contenían doscientos mil dólares (espero que cuando este material sea publicado “Lucita” haya proveído ya de las fotos del contenido de los paquetes pues hasta este momento no lo hizo, a pesar de haberlos tenido guardaditos durante ocho meses sin avisar) eran consecuencia del tráfico.
Ocho meses tuvo “Lucita” los paquetes. Supongo que publicará las fotos del contenido (doscientos cuarenta días tuvo para fotografiarlo) cuando estime que causen el mayor daño posible a Santi porque no creo que no lo haya hecho una persona tan entendida en tráfico de influencias.
Ahora, aviso, cuando publique las fotos del contenido de los paquetes, habremos algunos que pediremos peritar su autenticidad. ¿O controvertir las pruebas es cartismo también ya?
evp@abc.com.py