Sacó a la calle toda su maquinaria de represión para un resultado muy pobre en términos de cantidad y volumen: una banana, cordones de calzado deportivo, cargador de celular y otras yerbas. Para compensar tan magro hallazgo, se dio a la tarea de repartir golpes. En esto sí tuvo amplia compensación. Se incluyen a 28 detenidos más la salvajada de un agente Lince que dejó con graves lesiones a la escritora María Graciela Sánchez y a su hija. Las atropelló con su moto cuando ya los manifestantes se retiraban.
Le mintieron al comandante de la Policía –o mintió él por cuenta- al justificar la acción del Lince. Dijo que una piedra desestabilizó al agente. En el video se ve con claridad que varios agentes intentaban atropellar a otras personas que se retiraban. Por suerte pudieron esquivarse. Suerte que no tuvieron la señora Sánchez y su hija, inmovilizadas entre la moto y una pared.
El acta de la policía, donde se especifican los objetos incautados, se remitió a la fiscalía. El fiscal, que tendrá que investigar el caso, se encontrará en aprietos cuando tenga que imputar a los “delincuentes”. No sabrá qué delito atribuir, por ejemplo, a quien se “armó” de una banana para asistir a la manifestación. Tendrá que encontrar sólidos argumentos para demostrar las criminales intenciones del joven que portó una banana. Claro que el fiscal podría esquivar este asunto diciendo –lo que sería verdad- que la policía no especificó si la banana es karapé o es de oro. Esta distinción es importante en una investigación rigurosa. Si es karapé podría ser de un resentido social. Si es de oro, podría delatar una conducta irregular como la codicia, la ambición desmedida, el afán de lucimiento del joven que se fue a marchar con una banana de oro en la mochila. O sea, un peligro.
También figura en el acta policial el hallazgo de 6.200 guaraníes en los bolsillos de un manifestante. Es el equivalente a dos pasajes en ómnibus. Aquí sí el fiscal tendrá que desplegar toda su habilidad profesional para desentrañar los motivos, seguramente ocultos y por lo mismo sospechoso, que indujeron al joven a hacerse de semejante suma. Lo único seguro de este oscuro asunto es que no habrá sido para sobornar a las autoridades. El cartismo no es barato. Uno de ellos, el senador suspendido conocido como “Chaqueñito”, confesó que su voto cuesta 20 mil dólares. La opinión pública tiene derecho a saber, para su tranquilidad, qué malignas intenciones tenía el manifestante con 6.200 guaraníes en el bolsillo.
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El otro objeto requisado, que figura en el acta policial, es una banda de coronación con la leyenda “Miss Emperatriz Caacupé”. Esto si hay que investigar con toda firmeza. ¿Se trata de un plan para instalar la realeza y acabar con nuestra República? ¿Es indicio de una conspiración? ¿Quiénes están detrás? ¿Existe ya una investigación policial? ¿Se ha identificado a algunos sospechosos? ¿Se los sigue en las redes sociales con la misma eficiencia y tenacidad que a los jóvenes?
El comandante de la Policía Nacional, Carlos Benítez, se felicitó por la actuación de sus muchachos y prometió que en próximas manifestaciones sacará más efectivos a la calle. Contabilizó, “como máximo”, 350 manifestantes. Lo dijo en la creencia desatinada, a igual que el resto del oficialismo, que solo ellos son los que están hartos de la corrupción, el autoritarismo, la soberbia de las autoridades.
¿Cuántos policías habría en las calles si, por ejemplo, saliesen en una sola marcha los agricultores, los indígenas, los trabajadores que nunca tendrán beneficios sociales, los que viven en la extrema pobreza, los enfermos sin adecuada atención ni medicamentos, los jóvenes que ni estudian ni trabajan, los médicos y enfermeras que ganan una miseria, y otros sectores carenciados?
Una sola persona que grita su indignación, es la voz de miles de indignados.
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