Ayolas merece mejor futuro

Ayolas, conocida históricamente como la “Ciudad del dorado”, atraviesa una preocupante disminución en el flujo turístico, especialmente en la antesala de los 49 días de veda pesquera de 2025. Trabajadores del sector turístico y pescadores locales han expresado su preocupación por la escasa presencia de visitantes, situación que impacta en la economía de numerosas familias que dependen del turismo y de la pesca.

Desde la pandemia de 2020, Ayolas ha perdido protagonismo como destino turístico. La etiqueta de ciudad pesquera ha cedido terreno ante otras localidades del departamento de Ñeembucú que han logrado posicionarse mejor entre los aficionados a la pesca. Hoy en día, los pocos turistas que llegan lo hacen en busca de tranquilidad, contacto con la naturaleza y gastronomía típica. Sin embargo, incluso esos atractivos parecen no ser suficientes. Entre los factores que explican esta situación está el manejo irregular del nivel del río Paraná por parte de la Central Hidroeléctrica Yacyretá (CHY), lo que ha dificultado la navegabilidad y, en consecuencia, la actividad pesquera.

A esto se suma la escasez de pescado y el elevado costo por kilo, que ahuyenta a compradores que ya asumen un costo elevado para llegar a esta ciudad. Pero el problema es aún más profundo. La cadena de comercialización del pescado está controlada por grandes acopiadores, quienes no solo fijan los precios sino que también mantienen una dependencia económica sobre los pescadores. Estos trabajadores en su mayoría viven del día a día y deben recurrir a sus patrones para obtener insumos como combustible, herramientas e, incluso, víveres. Esta relación de dependencia los mantiene atados a condiciones laborales precarias.

Aunque en años anteriores se construyeron centros de acopio en las islas Yasyretá y San Rafael, con apoyo de Yacyretá, la falta de planificación y organización impidió su funcionamiento efectivo. Las asociaciones de pescadores carecen de capital para sostener el acopio, por lo que deben vender su producto al momento, sin posibilidad de almacenamiento ni negociación. Frente a este panorama, una salida viable es la creación de una cooperativa multiactiva de consumo, que permita a los pescadores acceder a insumos a menor costo y, al mismo tiempo, desarrollar la capacidad de procesar y comercializar el pescado en mercados regionales o nacionales. Esto reduciría la dependencia de los acopiadores y mejoraría los ingresos de los trabajadores del rubro.

Una política pública municipal que promueva el desarrollo sostenible del turismo y una economía más justa para los pescadores podría marcar el inicio de una nueva etapa. De lo contrario, el “paraíso junto al río” seguirá siendo solo un recuerdo nostálgico de lo que alguna vez fue.

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miguel.rodriguez@abc.com.py