En uno de los casos, el fallecido se trata de Vitor Manoel Benites, un mecánico brasileño de 46 años, quien se encontraba en una casa de venta de repuestos para motocicletas y fue alcanzado por uno de los tiros de fusil realizados en contra de un vehículo cuyo conductor era el blanco de turno de los sicarios, es decir, fue una víctima colateral, un inocente asesinado.
Vitor Manoel era un ciudadano común y corriente, un padre de familia trabajador, de esos que se levantaban temprano todos los días para luchar dignamente por el sustento de su familia.
El asesinato de un ciudadano de bien acentuó la indignación y la preocupación de la comunidad de esta ciudad y decenas de ciudadanos salieron a las calles para pedir paz, seguridad y justicia. Ese es el clamor común de la población que está harta de que su ciudad se convierta en escenario de disputa entre bandas diferentes del crimen organizado y el estigma de ciudad violenta.
La población civil de la ciudad de Pedro Juan Caballero se compone en su absoluta mayoría de personas honradas, gente de trabajo honesto, personas de bien, es una comunidad que no se merece los males que la azotan, es una ciudad que merece paz.
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No es justo y es indignante que la ciudadanía de Pedro Juan Caballero se sitúe en medio del tiroteo en el marco de esa disputa perversa por territorio o dominio o simplemente un ajuste de cuentas entre bandas criminales que operan en la frontera, cuando claramente no tiene nada que ver con el tema.
Esta comunidad pide a gritos que haya paz y se garantice seguridad en la zona, que los casos ocurridos no queden impunes, que los estamentos pertinentes dejen un mensaje claro de fin de la impunidad.
Los que están al frente de las instituciones del Estado deben asumir su condición de responsables de la situación de violencia desatada en esta ciudad y empezar a poner fin a los ya conocidos factores de distracción como la movilización aparatosa de militares y policías que solo suceden después de los hechos delictuosos.
Es urgente que desde esas instituciones dejen de entretenerse con los síntomas de la enfermedad y empiecen a atacar de una buena vez las causas de todos los males, como el narcotráfico y la corrupción de los que deben hacerse cargo de la resolución del problema.
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