Se prohíbe la diversión   

El intendente de la ciudad de Caapucú, Departamento de Paraguarí, Gustavo Penayo Arce (ANR) prohíbe que en su comunidad se realicen actividades alusivas a Halloween.

En su resolución expresa que la fiesta es “una celebración de origen extranjero, con símbolos y prácticas ajenas a las tradiciones del pueblo paraguayo”. Estos símbolos y prácticas, en la versión del intendente, van unidos a la brujería. Si se hubiera tomado unos minutos habría encontrado en google estas informaciones:

Con la expansión del cristianismo, la Iglesia estableció el Día de Todos los Santos el 1 de noviembre, y la noche anterior pasó a llamarse AllHallows’ Eve (víspera de Todos los Santos), que con el tiempo derivó en Halloween. Por ello, esta festividad mantiene su esencia como una noche que combina lo místico y lo festivo, donde se mezclan antiguas creencias con costumbres modernas como los disfraces, las calabazas y los dulces.

En inglés antiguo –sigo en google- hallow significa ‘santo’ y eve se refiere a la víspera o la noche anterior; por ello, el término hace referencia a la noche del 31 de octubre, que precede al Día de Todos los Santos (1 de noviembre). Así, aunque hoy se asocia con disfraces y dulces, su nombre tiene un origen religioso vinculado a una celebración para honrar a los santos y recordar a los difuntos.

Acerca de la legalidad de la resolución municipal, consulté con el constitucionalista, Hugo Estigarribia. Su respuesta fue categórica: Es inconstitucional, es ilegal. También así opina la presidenta de la Junta Municipal, pero igual apoya con entusiasmo la resolución del jefe comunal. El intendente podría pasar un papelón si algunos pobladores –no importa cuántos- decidiesen memorar la fiesta “de origen extranjero”. ¿De qué serían acusados? Incumplir una resolución municipal no es delito. Sería una falta. ¿Les impondrá una multa? Tampoco podría hacerla efectiva porque su resolución es ilegal. ¿Entonces? Nada. Los que quieran podrán divertirse.

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El origen de la resolución municipal está en la brujería. Cuenta el intendente (ABC Color del martes) que en ocasiones anteriores se habían encontrado “elementos de supuestos rituales en el cementerio local”. Fue “una especie de sacrificio de gallina, velas negras, incluso fotos mías. Se qué tipo de ritual es eso, es un rito satánico, de adoración, y no puedo ser cómplice”. ¿Qué es lo que se adora? ¿La gallina? ¿Las velas negras? ¿Las fotos del intendente? Las fotos evidentemente que no. Y el original mucho menos sobre todo después de la resolución que dará lugar a más gallinas, más velas negras, más fotos.

El intendente Penayo expresó también: “La versión moderna (de Halloween) introduce símbolos vinculados a la oscuridad, la muerte y la superstición, contrarios a la formación moral y religiosa de la niñez y la juventud”. Para evitarlos “se insta a las instituciones educativas y religiosas a promover eventos alternativos con motivo del Día de Todos los Santos y la Conmemoración de los Fieles Difuntos”. No se cuáles serían los eventos alternativos para memorar a los fieles difuntos. No hay otro camino, hasta hoy, hay que ir al cementerio, llevar flores, rezar, prender velas (blancas o negras, da igual). Estos actos son religiosos, no satánicos.

Para que se vea y escuche que habla en serio, el intendente, resolución mediante, “ordena efectuar controles preventivos a cargo de la Policía Municipal (¿de tránsito?) y la comisaría local durante los días 30 y 31 de octubre”.

Tales “controles preventivos”, por los antecedentes, serían que la Policía Municipal y la comisaría local clausuren el cementerio. Esta medida no impedirá, por ejemplo, que las damas se vistan de brujas. No será delito toda vez que sea solo disfraz y no salgan volando.

alcibiades@abc.com.py