La fe heredada en María

El reciente documento Mater Populi Fidelis del Dicasterio para la Doctrina de la Fe dejó claro lo que la jerarquía sostenía, pero no socializaba: María no es corredentora y Jesús es el único Redentor y mediador. La aclaración ha generado desconcierto entre los marianos, acostumbrados a ver a la Virgen como facilitadora de milagros.

El rector de la Basílica Menor de Caacupé, presbítero Rubén Ojeda, fue tajante: “Coredentora es solo una opinión de los teólogos, no un dogma. El único que salva y da milagros es Jesucristo. María cumple un rol de intercesora poderosa ante su Hijo”. Ojeda reconoció, sin embargo, que la tradición mariana ha llevado a los fieles a depositar en la Virgen expectativas casi milagrosas: “En las bodas de Caná, María intercede y Jesús realiza su primer milagro. Ese es un ejemplo de su papel como intercesora, pero no de milagros propios”, explicó.

El obispo Celestino Ocampo, en una conferencia de prensa, reforzó la idea: “Ni los santos ni la Virgen hacen milagros; es Dios quien los realiza, ellos solo intervienen a nuestro favor”. Una aclaración que contrasta con la práctica popular, que lleva a miles de fieles a recorrer kilómetros, algunos incluso de rodillas para llegar al santuario, para pedir favores o milagros a la Virgen. Esta devoción se ha consolidado durante décadas y forma parte del entramado cultural y religioso de la región.

Entre los peregrinos que llegan a Caacupé, algunos, insisten en ver a la Virgen como milagrosa. Ana Ortiz y Miguel Ortiz, de España, aseguraron haber recibido favores por su intercesión, como protección a la salud de la familia o la obtención de trabajo. Estos testimonios reflejan la necesidad humana de esperanza y consuelo en situaciones difíciles.

La fe en los milagros, más que en la intercesión de María como mediadora ante Dios, se mantiene principalmente como una costumbre, transmitida de generación en generación y reforzada por la práctica comunitaria, las procesiones y las celebraciones colectivas que congregan a miles de fieles en la capital espiritual. Para muchos, participar de estas ceremonias no solo fortalece la fe personal, sino que también reafirma un sentido de pertenencia a una historia y a un pueblo que encuentra en estas tradiciones un refugio frente a las incertidumbres de la vida cotidiana.

Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy

El novenario y la fiesta del 8 de diciembre serán una nueva oportunidad para que los fieles muestren esa devoción que, aunque no esté respaldada por la doctrina oficial, sigue arraigada en la vida de muchas familias. La celebración recuerda que, para muchos, creer en María y en su intercesión, no depende de documentos doctrinales, sino de una fe heredada y de un vínculo emocional y cultural con la tradición.

faustina.aguero@abc.com.py