El acuerdo entre la Entidad Binacional Yacyretá (EBY) y el Consorcio Aña Cua WRT permite retomar un proyecto largamente demorado y estratégico para la región. No es solo una obra más: es la ampliación del parque generador de la Central Hidroeléctrica Yacyretá, una estructura clave para el sistema energético binacional.
Con un nuevo cronograma que apunta a julio de 2028 para la puesta en marcha de la primera turbina, Yacyretá asegura que la inversión global alcanzará los US$ 600 millones, monto que, de concretarse, no solo implica desarrollo técnico, sino un impacto directo en Ayolas y su zona de influencia.
La paralización de la obra en 2024 dejó un vacío económico cuantificado en unos US$ 1.200 millones que dejaron de circular. La reactivación, por lo tanto, es mucho más que un dato administrativo: es una esperanza concreta para trabajadores, comercios y el tejido social local. Sin embargo, el desafío va más allá de simplemente reiniciar máquinas.
La principal expectativa gira en torno a la contratación de mano de obra. La comunidad exige que se priorice a los trabajadores locales, como fue solicitado desde la EBY, y que este proceso no vuelva a convertirse en un reparto político, una práctica tristemente habitual en grandes obras públicas. La transparencia en este aspecto será determinante para medir el verdadero impacto positivo de la reactivación. Por otra parte, el contexto energético del país impone una reflexión inevitable. ¿Cómo es posible que una nación con tres hidroeléctricas de gran porte continúe pagando tarifas elevadas y que, aún así, la ANDE anuncie crisis financiera y necesidad de aumentos tarifarios?
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La contradicción es evidente y obliga a una discusión más profunda sobre la administración de los recursos energéticos y los beneficios reales que deberían derivarse de la producción eléctrica.
Aña Cua puede convertirse en el gran motor económico del sur, pero para que este impulso sea sostenible debe ir acompañado de políticas claras, gestión responsable y beneficios palpables para la ciudadanía. La obra genera esperanza, sí, pero también vuelve a poner sobre la mesa preguntas que el país ya no puede seguir postergando.
El desafío ahora está en garantizar que las promesas se transformen en hechos y que el crecimiento no quede solo en cifras. La región espera resultados concretos, no anuncios. El tiempo dirá si esta reactivación marca realmente un antes y un después para Ayolas y su gente.
miguel.rodriguez@abc.com.py