Los “clujára” y las transferencias

Todas las transferencias institucionales son viables y sugerentes, más aún, si ellas son atractivas financieramente para el futbolista y el club. Hay que vender, pero solo si esos recursos se aseguran para la entidad, titular de los derechos.

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No se debe coartar al atleta si aparecen posibilidades, pero si ellas son satisfactorias. No se debería caer ante el primer espinel, en la primera tentación. En los casos de tire y afloje, gana el astuto y el selectivo.

El problema mayúsculo en las transferencias, se presenta en el arribo de los recursos. La totalidad del precio de venta no llega al club, se desvían o aterrizan en campos ajenos o descienden en cuentas secretas clandestinas, naciendo a partir de ahí el ocultismo y las ambigüedades, en general, pensadas y diseñadas.

En consecuencia, esta práctica mafiosa o gansteril, convertida en un hecho delictivo, promueve y prolonga la pobreza ruinosa en los clubes, instituciones que en su mayoría son capturadas y utilizadas para sembrar y cosechar “estrellas”.

Al venderse ese crack, se engordan las faltriqueras de los presidentes de turnos, que por lo general, usurpan los clubes para ese efecto. Encima, un montón de prestanombres con el seudónimo de “directiva” avalan y encubren la festichola. Esa “directiva” no pasa se ser un simple adorno cómplice que garantiza el negocio marginal o subterráneo.

Esta práctica es un mal endémico y revelador de nuestro fútbol, es la modalidad que tiene empobrecida y mediocrizada a la competencia y a la estructura física deportiva de todo el país. Es el hampa del fútbol cuyos protagonistas son los propios “dirigentes”.

Así, todos los clubes tienen un “clujára” que dedican sus horas a este menester, la explotación inmisericorde de las enseñas para el provecho propio. Como en la política corrupta nacional, en el fútbol también se instaló la mafia en sociedad o corporativa.

Citemos algunos casos de los clubes asunceños: 1) Cerro Porteño esta engrillado por la familia Zapag, antes hubieron otros galanes del mismo cuño; 2) Olimpia actualmente está atrapado por Trovato, antes fue ODD y unos cuantos de la misma estirpe; 3) Guarani está oprimido por la familia Acosta, que en una suerte de dinastía, ya completó dos décadas ininterrumpidas, antes estuvo “Tani” Domínguez y su grupo de hurreros y pistoleros.

La cronología sigue con otros clubes como: 4) Libertad esta engrillado por HC y sus gorilas, antes por los Stroessner y sus milicianos; 5) Nacional se halla inmovilizado por los Harrison y sus comensales lacayos; 6) Sportivo Luqueño está enjaulado por González Daher y sus matones arribistas; 7) 3 de Febrero CDE se encuentra capturado por Antonio Aranda e hijos, bajo los métodos y códigos de frontera.

Anterior a esta generación, estuvieron otros del mismo género y fueron los maestros de estos pimpollos aludidos, que con mayor refinamiento y disposiciones fabricadas a la horma o medida, ven facilitadas la tarea de adueñarse sin rendición de cuentas.

En la escena estuvieron Epifanio Rojas de Atlético Tembetary (club rematado), Alfonso Colman de Sport Colombia (club en la ruina), Hugo Bogado Vaceque en Gral. Caballero ZC (club en la ruina); Darío Núñez en Silvio Pettirossi (club en la ruina) y José Medina Sagales en Presidente Hayes (club en la ruina).

La lista continua con Carlos Pérez Garay en Cerro Cora (club rematado); los hermanos Zacarías de Atlético Colegiales (club en estado de venta); Francisco Ocampo de Tacuary (club que recuperó su soberanía plena en un estado calamitoso); entre otros de la misma línea y efecto. Hace medio siglo que el fútbol está secuestrado por esta casta.

Y en la “Liga Paraguaya” ni que decir; en la CONMEBOL en el mismo orden. El escribano Oscar Harrison y el Dr. Nicolás Leoz, solo abandonaron el timón porque fueron forzados a marcharse, de lo contrario no lo haría y seguirían perpetuos hasta morir en el cargo como ocurriera con Julio Grondona en la AFA argentina.

Estos personajes con el mote de “dirigentes” eran secos cuando llegaron al fútbol. Se hicieron de un lugar escalando a empellones con el favoritismo del poder político. Después de décadas de absolutismo, se retiraron hipermillonarios, cargados de empresas espurias, pero blanqueadas por el mercado de la liviandad.

Los grandes e intachables dirigentes se acabaron, se cuentan por los dedos: Anastasio Mendoza Sánchez, José Antonio Sosa Gautier, Gerónimo Angulo Gastón, Oscar Luis Giani y paremos de contar.

En nombre de estos ilustres, un gobierno central cristalino y nacionalista ya hubiera intervenido el fútbol para limpiar y terminar con la podredumbre global. Esta actividad es estratégica y de vital importancia para el pueblo, pero solo si está saneado y la competencia se desarrolla en un marco legítimo de lealtad y buena ley.

Hacemos estas consideraciones para ilustrar al lector y para que entienda porque las transferencias de futbolistas son el único móvil del nuevo clan conocido como “clujára”. Las enseñas arrojaron al basurero, pulverizando el principio de la institucionalidad.

De entre todos, en la actualidad el club Guarani es el más llamativo de todos. Aquí el problema es acuciante y devastador. Dos décadas de absolutismo en donde se recaudó más de 70 millones de U$D en todo concepto, donde se vendieron más de 30 jugadores y la entidad no logró ninguna trasformación integral porque lo recaudado se esfumó.

La otrora familia Acosta que llegó al club como el mesías, resultó ser peor que la enfermedad. Esta dinastía deberá rendir cuenta por cuenta de los verdes acumulado y administrado, especialmente sobre el despilfarro producido en los egresos, esas cuantiosas sumas que se perdieron en todos estos años. Esos recursos amasados, el club ni las vio pasar, por consiguiente, Guarani se transformó es un club fantasma.

En estos últimos 7 meses tuvo un ingreso de dinero fresco, contante y sonante, de más de 6.000.000 U$S. Ver la infografía:

 

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Visto el registro de los últimos ingresos, nada justifica la dejadez y el abandono, sobre todo cuando los directivos se atrasan en los pagos, cuando no fortalecen al equipo con buenas contrataciones, cuando no construyen físicamente el club, cuando señalan que la entidad exhala iliquidez, cuando aseveran que no podrá salir de la estrechez o cuando el mismo entrenador recién contratado (pareciera instruido) alerta a la afición diciendo: “nos arreglaremos con lo que tenemos”.

El club no es responsable del malgasto, el tanteo, los arrojos inciertos, las audacias equivocadas y las malas praxis general en una administración que se autocalifica apta para manejar los destinos institucionales. El desfonde de la patria protagonizados por los políticos, es igual al desfonde de los clubes efectuados por los dirigentes. Esta acuarela bosquejada nos pinta en cuerpo y alma la aberración de nuestro fútbol.

alcandia@abc.com.py

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