La RAE habla del amor: esto aclaró

En pleno Día de los Enamorados, la Real Academia Española (RAE) decidió poner un poco de orden en el lenguaje del amor. A través de sus redes sociales, la institución propuso alternativas en español para algunos términos populares en inglés, recordándonos que hasta en el romance la lengua de Cervantes tiene mucho que ofrecer. ¿Se animan a dejar de soñar con su crush y volver al amor platónico?

Imagen ilustrativa de una pareja heterosexual enamorada.
Imagen ilustrativa de una pareja heterosexual enamorada.

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Amor en español, por favor

No es la primera vez que la RAE intenta rescatar nuestro idioma de la invasión anglosajona, pero esta vez lo hizo con un toque romántico. En un mensaje publicado en redes, sugirió tres alternativas para hablar del amor en español:

  • No sueñen con su “crush”, sino con su amor platónico o flechazo.
  • En lugar de “shippear” a otros, pueden emparejarlos.
  • Pueden mostrar interés mutuo en vez de hacer “match”.

Y aunque algunos defendieron con uñas y dientes sus anglicismos favoritos, la propuesta tuvo buena recepción entre quienes prefieren conquistar en el idioma de García Márquez.

Un flechazo digno de la RAE

Para ilustrar el poder del idioma, podríamos recordar la historia de amor entre Octavio Paz y Elena Garro, dos escritores mexicanos que vivieron un auténtico flechazo. Se conocieron en una fiesta universitaria y, según cuentan, el impacto fue inmediato. Si la RAE hubiera estado presente, seguramente habría descrito su historia como un amor platónico que terminó en emparejamiento, sin necesidad de “shippeo” ni “match”.

¿El amor necesita traducción?

A pesar de los esfuerzos de la RAE, la realidad es que el lenguaje amoroso se adapta a los tiempos. Mientras que en el Siglo de Oro se suspiraba por una “amada ingrata”, hoy se deslizan mensajes de “te stalkeo poquito”. Las redes sociales cambiaron la manera en que nos relacionamos y, con ellas, la forma en la que hablamos del amor.

Sin embargo, no está de más recordar que nuestra lengua tiene su propio arsenal romántico. Quizás este Día de los Enamorados, en lugar de “hacer match”, sea una buena idea intercambiar miradas furtivas, y en vez de “shippear” parejas ajenas, animarse a ser el autor de su propia historia de amor.

¿Aceptarán los enamorados el reto?

La RAE lanzó su dardo lingüístico, pero la decisión final está en los hablantes. ¿Ganará la nostalgia por las palabras clásicas o seguiremos sucumbiendo al encanto de los anglicismos? Tal vez la verdadera pregunta sea otra: ¿importa cómo lo digamos, si al final de cuentas estamos hablando de amor?

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