El maltrato verbal duele y deja más cicatrices que cualquier golpe físico

A nadie le gusta que se le grite, le digan groserías, le maldigan o le tiren mala onda. Todos, en algún momento, fuimos autores o víctimas de maltrato psicológico o verbal. A veces, las palabras duelen más que un puño rompiéndote la nariz.

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Tras una grave ofensa verbal, tal vez no haya rastros de golpes en el cuerpo como moretones y cortaduras, pero el corazón por dentro está hecho trizas y las lágrimas caen para consolar la autoestima de la persona dañada. Lidiar con las palabras dolorosas es superar un momento difícil y no queda otra que volver a sonreír como si fuera que nada pasó.

Un desafío pendiente para el país es la incorporación del maltrato psicológico en el Código Penal, que todavía no se ha logrado pese a varios intentos de introducirlo en distintas reformas. Todos, en algún momento, fuimos victimarios o víctimas de agresiones verbales o psicológicas; si estos insultos son graves, deberían ser sancionados antes que produzcan consecuencias graves.

El maltrato psicológico puede venir de un compañero, de los padres o hermanos. Según la Unicef, la violencia verbal se basa en insultos, maldiciones y negación. Lidiar con cualquiera de estos maltratos, aunque parezcan poco ofensivos, puede ser muy traumático, baja la autoestima, hasta induce a que las víctimas, a su vez, reaccionen con maltratos hacia otras personas.

Según el psicólogo Marcelo Buenahora, el maltrato psicológico en adolescentes va relacionado con la condición económica de las familias. "A veces, los padres niegan a sus hijos estudiar o practicar algún deporte y no dejan que los chicos hagan lo que anhelan", señala. Además, el profesional agrega que la negación produce temores, ansiedad y depresión que llevan a estados emocionales negativos.

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El maltrato verbal rutinario abre cada vez más la herida que se crea en el corazón y las cicatrices perduran más que una cortadura, hasta tardar toda la vida en curarse. "La única forma de solucionar un maltrato psicológico y evitar los daños en las emociones es a través del diálogo", señala el psicólogo.

Si seguís la conocida regla “no hagas algo que no quieres que te hagan a ti”, se puede evitar daños a los sentimientos de tus amigos o familiares, además de que seas víctima de lo mismo. Si sos de las personas que, sin darse cuenta, tiran mala onda a los que les rodean, vas a ver que, si reflexionás sobre tu actitud y la corregís, los demás te tratarán como vos deseás.

Por José Peralta (19 años)

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