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Nuestro fútbol cuenta con distintas categorías: están los clubes históricos, los poderosos, los de primera, los aguerridos y los humildes, etc. La Copa Paraguay enfrenta a los equipos más grandes con los de menos recursos; ese formato sobra para que el torneo tome un tinte especial, ¿pero qué pasa si se suma un condimento más?
Desde el lejano departamento de Alto Paraguay, el Sport Puerto Diana llegó a la capital para ser parte del torneo que enfrenta a 64 equipos de diferentes categorías. El cuerpo técnico y los jugadores, pertenecientes a una comunidad chamacoco, viajaron alrededor de 28 horas por el río hasta llegar al Puerto de Vallemí y, desde ese lugar, subieron a un bus que los trajo hasta la capital.
Casi 850 kilómetros separan Bahía Negra de Asunción; sin embargo, ni el viaje ni la ansiedad privaron a los futbolistas de afrontar de la mejor manera el torneo. Disputaron su primer partido el jueves pasado ante Sol de América de Pastoreo, el juego terminó en una abultada derrota para el Sport Diana.
Pero más allá del resultado del juego, lo más importante es destacar lo universal que es el deporte; pocas son los otras oportunidades en las que pueden cruzarse los integrantes del Sport Puerto Diana con futbolistas de un nivel más alto, hacer goles en un torneo oficial de la APF o hasta aparecer en televisión. Gracias a la Copa Paraguay, tanto los equipos de renombre como los humildes forman parte del mismo grupo, sin que importen la historia ni la procedencia; el Chaco paraguayo también tuvo su representante en el campeonato nacional.
Aprovechando la estadía del plantel en la capital, el presidente Mario Abdo los recibió en el Palacio de López, para hablar sobre sus expectativas en el torneo y también saber más acerca de las necesidades que padece esa zona de país. Por encima de todo, lo que más debe preocuparnos es por cuanta necesidad tienen que pasar los habitantes de las zonas más despobladas de nuestra nación, como los integrantes del club chaqueño.
Cómo terminó la historia de los del Sport Puerto Diana en este torneo no va a importar mucho, porque la experiencia de disputar un torneo profesional de esta magnitud es más que suficiente para sentirse orgulloso. Volvieron a su localidad con la frente en alto y con ganas de seguir jugando al fútbol; esperemos que sigan entrenando para volverse mejores y, más que nada, que sus condiciones de vida también reciban la atención de nuestros gobernantes.
Por Diego Benítez (19 años)