La educación y el amor a la historia coparon la vida y las obras del padre Heyn

Ya transcurrieron dos semanas del fallecimiento del P. Carlos Heyn, sacerdote salesiano e historiador. Su comunidad religiosa y la ciudadanía toda valoran el legado más grande del cura: su pasión por la enseñanza y el conocimiento de nuestro pasado.

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El sábado 14 de octubre dejaba este mundo el sacerdote y docente Carlos Heyn. La conmoción por su fallecimiento no se hizo esperar, ya que, a pesar de su avanzada edad, el cura era muy lúcido. La familia salesiana del país y muchos jóvenes sintieron su pérdida y en las redes sociales se hizo notar el aprecio hacia su persona.

El padre Heyn, oriundo del departamento de Concepción, fue bastante multifacético, ya que no solo dedicó su vida a su ministerio sacerdotal sino que fue un destacado docente e intelectual. De acuerdo a comentarios en Facebook y Twitter, los internautas, en su mayoría exas de colegios salesianos, comentaban curiosas anécdotas del padre Heyn, en donde recordaban su buen sentido del humor, cordialidad y aguda inteligencia. Por otro lado, mencionaban su cercanía hacia los jóvenes, ya que por muchos años fue director de varias instituciones educativas salesianas del país.

El padre Heyn estudió Derecho en la Universidad Nacional de Asunción; también realizó estudios en el exterior, en Roma, donde obtuvo el doctorado en Derecho Canónico, y fue miembro distinguido de la Academia Paraguaya de la Historia. Sus libros giran en torno a temas como la historia de la Iglesia y de los salesianos en el país, además de escritos biográficos.

El sacerdote doctor en Biblia y también salesiano Víctor Cabañas comenta que uno de los aportes más significativos del padre Carlos Heyn a la juventud paraguaya fue su carisma en la enseñanza. “Él entregó con coraje toda su vida por un ideal tan noble como lo es la educación; siendo desde joven un brillante estudiante, no se quedó en el conformismo, sino que fue muy inquieto para conocer e investigar”, señala.

Por otra parte, el pa’i Víctor comenta que el padre Heyn no se quedó en el aspecto puramente religioso de su rol como sacerdote, sino que era amante de la historia y la rica cultura nacional. “Yo fui su alumno en el seminario; durante las clases cantábamos músicas paraguayas y realizábamos visitas a sitios históricos del país como Cerro Corá. Los valores que rescato de él son su perseverancia en los estudios y su generosidad hacia los demás”, recalca.

Quizá muchos jóvenes no tengan idea de la importancia de los aportes de este sacerdote para nuestro país. Por eso, es fundamental saber que solo al mirar la historia de la patria y las figuras cumbres que la forjaron, adquirimos valor para construir un mañana esperanzador. ¿Cómo se puede proyectar el futuro si no conocemos nuestro pasado? De esta tarea se encargan los queridos profes, quienes nos ayudarán en nuestra formación, por lo que, “en vida, hermano, en vida”, agradezcámosles su noble vocación.

Por Víctor Martínez (18 años)

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