La payasita que hace sonreír a los niños y comparte la alegría de vivir

La alegría y la autenticidad son los ingredientes que, según Laura Cabrera (19), hacen únicos a los niños. Por ello, la joven se viste de payasita y ofrece un momento de diversión a los pequeños. “Verles felices me da cosquillitas en el corazón”, afirma.

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Laura comenta que desde siempre ha admirado la capacidad que poseen los niños para ser felices con los detalles más simples. Esta fue la razón que le dio el impulso para actuar de payasita, pero no con el objeto de recibir una remuneración económica, sino como un voluntariado, cuya mejor retribución es la risa de su público. “La alegría y la autenticidad que tienen los pequeños son únicas. Por eso siempre digo que ellos son luz en el mundo”, agrega.

Con la nariz, la peluca y el traje de payasita puestos, Laura visita hogares y comunidades de escasos recursos, en los cuales realiza su show: baila, canta, juega y merienda en compañía de los niños. “Es muy emocionante cuando ellos te ven con curiosidad y te tocan la nariz o el cabello. Me agradecen por la presentación, pero soy yo quien se queda más que contenta por la energía que me transmiten”, expresa la joven.

Laura, quien está en el segundo año de la carrera de Comunicación en la UCA, comenta que los shows infaltables en su calendario son los del Día del Niño, Navidad y Reyes. En otras ocasiones, sus conocidos se contactan con ella y le piden su presencia para ir a ofrecer entre todos un momento de diversión a los pequeños.

La joven manifiesta que, además de las animaciones para los más chicos, también suele hacer visitas al Neuropsiquiátrico y hogares de ancianos. “Cuando vas a estos lugares y ves la realidad de las personas que allí se encuentran, te das cuenta de que tenés que agradecer por todo lo que poseés”, agrega.

La voluntaria comenta que cuando va a visitar a los niños se desprende del cansancio, porque su mayor motivación es ver la ansiedad de su público antes de que empiece la presentación. La joven afirma que, si bien los pequeños necesitan cosas materiales, nunca están desprovistos de risas y esperanzas. “Me da cosquillitas en el corazón verles tan felices y curiosos”, manifiesta.

Laura también se desempeña como guía de un grupo juvenil que busca formar líderes para servir a la sociedad. La joven asegura que le gusta trabajar con las personas, porque se da cuenta de que a través del diálogo, la risa y la enseñanza de nuevas actitudes, cada ser humano saca a relucir esos valores que están escondidos detrás de ciertas emociones como la tristeza o el enojo.

Para Laura, el mejor mensaje que nos dan los más chicos es que debemos sonreír a pesar de los problemas, pues estos siempre van a existir. “Tenemos que ser luces como los niños y, por sobre todo, compartir esa luz con cada una de las personas que nos rodean”, finaliza.

Por Viviana Cáceres (18 años)

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