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Desde tiempos remotos, los libros son considerados como la máxima fuente de conocimiento, cultura y aprendizaje; la lectura va de la mano con la buena escritura y quien mantiene este hábito adquiere una destacada verba. Sin embargo, los textos también pasaron por sufridos procesos de olvido y destrucción a causa de las creencias de ciertos grupos de personas que, increíblemente, quemaban y censuraban algunos escritos literarios.
En la Argentina de 1976, tras concretarse el golpe militar del Gral. Jorge Videla, empezando con la quema de libros de Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y Pablo Neruda o la prohibición de ejemplares como Rebelión en la Granja, muchos textos fueron calificados como enemigos del intelecto o capaces de destruir la moral y buenas costumbres de la sociedad. ¿Tienen algunas hojas de fragmentos literarios el suficiente poder para atentar contra las creencias ajenas? ¿Cosas malas pueden pasar por culpa de unas páginas?
El lunes pasado, sacerdotes polacos católicos quemaron los famosos libros de Harry Potter y Fahrenheit 451, explicando que la razón principal es por las prácticas expuestas en dichos textos, contrarias al respeto y a la reverencia a Dios. Es increíble que, actualmente, para “defender” sus propias creencias, algunos grupos acudan a apilar cientos de libros para quemarlos, mezclando la literatura con las preferencias religiosas o políticas.
La frase “cuando oigo la palabra cultura, echo mano a la pistola”, atribuida al político nazi Joseph Goebbles, nos remonta al año 1933, específicamente a la plaza pública Bebelplatz de Berlín, donde estudiantes, profesores y miembros del partido nacionalsocialista quemaron alrededor de 20.000 libros. Escenas similares se vieron en toda Alemania con la destrucción de varios materiales de escritores, poetas y periodistas considerados indeseables por no cuadrar con el marco ideológico fascista.
Al hablar de crímenes cometidos contra el acervo literario, es imposible no mencionar al emperador romano Julio César, quien quemó (48 a.C.) la Biblioteca de Alejandría, ocasionando la pérdida de una gran cantidad de documentos y libros. Esta fue la biblioteca más grande e importante del mundo y se estima que allí se llegaron a depositar, aproximadamente, una cantidad de 2.000.000 de libros, los cuales tocaban diferentes temas como literatura, filosofía, ciencia, religión, etc; la mayoría de los textos fue destruida.
A pesar del impacto, tanto positivo o negativo, que puede ocasionar un libro sobre tu manera de pensar, esto no significa que el mundo de Harry Potter va a estar al alcance de tus manos, que mañana realizarás un “Avada kedavra” contra el mundo “Muggle” y menos que los niños correrán el riesgo de nacer con una cola de cerdo.
En conclusión, ¿no estarán queriendo evitar el desarrollo del raciocinio de las personas, quemando libros?
Por Macarena Duarte (17 años)