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Hace unos días, las chicas de la sub 16 de la selección paraguaya de hándbol salieron a las calles a recaudar fondos vendiendo los bonos del encuentro; esto con el fin de poder cubrir los gastos del Campeonato Sudamericano del cual son partícipes. El equipo femenino, ante la falta de apoyo de las autoridades deportivas, decidió pedir ayuda a la ciudadanía.
Las jugadoras de la selección señalaron que la tarea realizada consistía en una colecta para cubrir los gastos, como alimentación y hospedaje durante las competencias. La actividad generó gran impacto en las personas que, al observar las ganas de las chicas por dejar en alto el nombre de nuestro país, decidieron ayudarlas comprando el bono que cuesta G. 40.000.
Con respecto a esta recaudación callejera de las chicas y sus padres, las autoridades encargadas señalaron en los medios de comunicación que no alcanza el dinero debido a las millonarias inversiones en compromisos mundiales que generaron un déficit importante, pero que supuestamente los gastos de los eventos se cubren con los aportes de directivos.
Todos los días escuchamos sobre fútbol; como sabemos, es el deporte que a la mayoría de los paraguayos les atrae y su fanatismo es notable. Sin embargo, existen otras disciplinas y una de ellas es el hándbol, poco conocido e insuficientemente apoyado por las personas.
Es habitual que al mirar la sección de deportes en los medios de comunicación todo se relacione con el balompié, pero, ¿por qué disciplinas como tenis, natación o básquetbol no son noticias de contratapa? Tal vez, la respuesta sea simplemente que la diversión y atracción se encuentren en un campo de fútbol, mientras que las demás disciplinas se hallan semiahogadas por las deudas a causa del poco apoyo que reciben.
Como paraguayos, debemos acompañar la disciplina del hándbol y las demás; valoremos a las deportistas, de tan corta edad, que hoy nos están representando. Asistamos a las distintas competencias en donde jóvenes se destacan en muchos deportes y no solamente en el fútbol como es habitual.
Por Mónica Rodríguez (19 años)